El principal culpable, junto a los Zúñiga, de convertir la feria de Begoña en un referente taurino del norte de España, Ismael Fernández, recibió ayer su más que merecido homenaje gracias a la Peña Cocheras, que le entregó el "Tranvía de Oro" número 39 por su "extraordinaria labor como presidente de El Bibio y, como delegado gubernativo". Un galardón que recogió, emocionado, en compañía de su esposa e hijos en el Real Club Astur de Regatas.

Con su jubilación como Policía Nacional, Ismael Fernández dejó también el palco presidencia de El Bibio hace ya dos ferias. Lo hizo, tal y como siempre reconoció, sin haber podido indultar un toro, pero con grandes momentos y anécdotas imborrables. Ayer, durante la entrega del trofeo, se pusieron sobre la mesa varias de ellas. Tuvo que intervenir, como delegado gubernativo en el callejón, el día que Jesulín de Ubrique se subió encima de un toro de Guadalest que le correspondía a "Espartaco" al ver que entre ambos "saltaban chispas". Se jugó su integridad cuando escoltó a Curro Romero bajo una lluvia de almohadillas una tarde. Nada agradable fue la tarde en que tuvo que tocarle, ya como presidente, los tres avisos a Salvador Vega -aguantó muchos minutos- aunque tiempo después, cuando se volvieron a encontrar, se fundieron en un abrazo.

La anécdota con Salvador Vega da buena muestra del carácter de Ismael Fernández, un hombre que encontró en el mundo del toro su segunda vocación, por detrás de la Policía Nacional, cuerpo del que se despidió como Inspector Jefe de la Brigada de Policía Judicial y en el que destacó su "valor por garantizar la seguridad al ciudadano". Su cordialidad con los aficionados era diaria cada mañana en El Bibio, discutiendo cariñosamente sobre sus decisiones y hablando de encastes y reatas con los mayorales de las ganaderías. Ahora, Ismael Fernández tendrá como sucesor a Juan José Padilla en "Tranvía".