San Martín de Podes cerró sus fiestas al ritmo de los "clásicos". No los de la música, sino el encanto de vehículos de época que permitieron recordar -a algunos- y conocer -a otros- un pasado no tan lejano en el que las carreteras eran como la que llevaba al recinto de la concentración, las autopistas un sueño y los coches... lentos.

A nadie le pasó desapercibido el Chevrolet Camaro de 1976 de José Luis Álvarez. Por su espectacular aspecto y por dejarse el tubo de escape en un escalón de acceso demasiado alto nada más llegar. "No es nada, esto lo arregla un soldador", decía con total tranquilidad ante la avería. Ya sin tubo, el motor rugía. De verdad. Más que el tigre de peluche que viaja en el vehículo.

Alrededor de 22 litros a los cien kilómetros gasta el Camaro, así que sólo sale de casa para las grandes ocasiones o algún fin de semana loco. Más económico resulta el "escarabajo" de Javier Inclán. Una reunión de clásicos sin escarabajo no es nada. Consume diez a los cien y en carretera incluso baja. Así que se puede utilizar más a menudo. Javier lo mantiene como el primer día, espectacular. Sólo lo tiene hace un año, aunque es de 1965. Y está en casa acompañado de varias motos Vespa, la otra pasión de su dueño, que asegura que "gasto poco en taller. Además, ahora es fácil conseguir piezas gracias a internet".

La otra estrella de la concentración fue la furgoneta Volkswagen T2 de Rafa García, una maravilla de 1972 adaptada para pasar el verano en ella. Aprovechada hasta el último rincón, con camas, cocina, nevera, fregadero... Hasta un perro, aunque éste no venía de serie. El resto, lo que salió de fábrica.

En el recinto había también un Seiscientos, un 124 Sport, un 1.430, todos de Seat, además de Mercedes o un todo terreno de Mahindra. ¡Que tiempos!