El carnaval de verano volvió a reventar Luanco. Las calles de la villa fueron durante toda la noche del martes un auténtico hormiguero de penitentes en busca de fiesta. Buen ambiente, la música habitual de estas ocasiones (cuando menos, no muy buena) y un llenazo hasta la bandera consolidan un festejo "espontáneo", sin más organización que la que intentan poner las autoridades para que no se descontrole la fiesta.

El inocente carnaval infantil del muelle viejo dio paso sin solución de continuidad al menos inocente de los adultos. Por el medio, unas edades que preocupan a todos y en las que triunfa el botellón. La avenida del Gayo fue la frontera. Hacia arriba, Nautilus y polideportivo, bolsas de plástico con "cosas" y disfraces mínimos para justificar la presencia. Hacia abajo, gente de todas las edades, con los adultos al mando, mucho curro en los disfraces y ganas de bailoteo. También sed, claro está, pero más ordenada.

Entre los dos espacios, se estableció la zona cero, el puesto de mando del despliegue de seguridad que ayer tomó Luanco. Mejor prevenir que lamentar. Y los datos muestran que la prevención fue acertada. "Hemos hablado con algunos vecinos y con los implicados y todos lo valoran muy positivamente", aseguró Jorge Suárez, alcalde de Gozón, al hacer recuento de las incidencias: en el hospital de campaña hubo 42 asistencias, 18 de ellas a menores, aunque lo positivo es que por intoxicación etílica sólo fueron ocho en total, la mitad menores de edad. El resto, cortes y caídas sin importancia, salvo un adulto trasladado al centro de salud por una pelea. Lo de cualquier sábado en cualquier sitio. El regidor se paseó hasta las tres de la mañana y comprobó en directo el buen ambiente: mexicanos, spiderman, jugadores de fútbol americano, forzudos, waterpolistas, sesenteros, indios e indias y los habituales "¿pero tú de qué vas?"... Incluso un concejal de IU haciendo de Fidel con una carroza cubana.

Pero fue otra carroza, dedicada a México, la que triunfó con su música y con su bebida. La masa la seguía allá donde iba. La fiesta móvil en su más pura expresión. Con ella, con sus luces y sus sonidos, la fiesta iba de un lado a otro.

Alguno comentaba que este año había menos gente, aunque los 67 autobuses contados siguen indicando que hubo mucha. Quizás mejor repartidos. Un dato para calcular la asistencia, al menos respecto a la del año anterior: la basura fue la misma. Quince toneladas de residuos retiraron los servicios de limpieza. La mayoría, en la zona del botellón. "Es un tema educacional y generacional, ningún alcalde puede acabar con ello, es una cuestión de la sociedad en su conjunto y hay que buscar una solución", dijo Jorge Suárez. El Alcalde pasó del disfraz de tenso del día anterior al de relajado ya por la noche. De mañana, se puso el de satisfecho. Lo dicho, una fiesta para todos.