La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El más feriante de Asturias

El allerano José Díaz Solís, de 87 años, lleva 34 ediciones de la feria de muestras sin perderse casi ni un día: "Y voy a seguir viniendo"

José Benito González, responsable del stand de Vallina, sirve la comida a su cliente más especial, José Díaz Solís. M. LEÓN

"Hay que afrontar la vida con alegría". Lo dice José Díaz Solís, que de eso sabe mucho. A sus casi 88 años, Pepe el de Soto -nombre por el que le conocen en Gijón- ha asistido, contando la de este año, a 34 ediciones de la Feria Internacional de Muestras de Asturias. Este experimentado visitante se distingue de otros muchos en que lo suyo no es pasar un día o dos por la feria. Su ritual es no faltar ni un día, salvo honrosas excepciones. José Díaz Solís nació en Soto de Aller, aunque se trasladó a La Camocha con 24 años, en 1954. Y desde entonces tiene una máxima: "Si sales de casa, que sea para ser feliz y pasarlo bien", sostiene con una sonrisa en la cara, mientras toma su habitual vermut en el restaurante de embutidos Vallina de la Feria.

Esa filosofía de vida y esa convivencia diaria, durante la quincena de agosto, desde hace tres décadas, es la que tiene admirados a los responsables de la firma de embutidos. Esperanza Vallina, portavoz de la empresa, considera a Pepe un "cliente de honor" del que siempre aprenden. "No falta casi nunca a su cita con nosotros. Sólo días contados. Por ejemplo, no se pierde el Xiringüelu de Pravia, así que sabemos que ese día falla a la feria seguro. Y si falta otros sabemos que es porque ha ido a segar al pueblo. Le admiramos. Es un hombre feliz con un bocadillo de lomo y tiene una ilusión por la vida que es un ejemplo. Siempre dice que la juventud es vida, pero él sí que es un ejemplo de cómo vivir la vida". Con pequeños placeres y una comida a base de embutidos.

El allerano relata, con su amplia experiencia, la forma en la que la Feria Internacional de Muestras ha evolucionado en estos 34 años: "Ha cambiado muchísimo y cada vez está mejor. Creo que tenemos una de las mejores Ferias comerciales de España", afirma Díaz, que ha visitado varios eventos de este tipo en todo el territorio nacional, como por ejemplo la cita de Valladolid.

En sus casi nueve décadas de vida, este asturiano ha tocado todos los palos. Trabajó, en su juventud, en la ganadería dedicado a cabras y vacas, y después, como otros miles de asturianos, blandió el pico minero durante 35 años -razón que le permitió evitar el servicio militar- en la mina de La Camocha. "Teníamos dos horas de camino hasta la mina, y cuando volvía, nos tocaba ir a la yerba hasta la noche", recuerda Díaz. Pero también había tiempo para el ocio en los años cincuenta: "Recuerdo bajar a Cimadevilla con mis amigos a tocar la gaita. En aquella época el barrio era una maravilla. Y también ahora", sentencia, recordando viejos tiempos.

Como buen asturiano, Díaz también disfrutó de su época de músico tradicional: "Antes se podía tocar la gaita incluso en la calle, y ahora te pueden multar por tocar en un bar", sostiene el de Aller, que relata anécdotas de su extensa vida. "Canté tonadas mucho tiempo, y actué alguna vez en la Plaza Mayor de Gijón", afirma Díaz, rememorando con cariño su juventud en la ciudad y, en especial, en el barrio de Cimadevilla.

Por sus buenos recuerdos, Díaz hace hincapié en la importancia de ofrecer a la juventud un futuro alentador: "entristece ver a jóvenes sin trabajo, porque en la juventud es donde hay alegría. Y la política no se encarga de esto, que es lo verdaderamente importante". Por ello, Díaz expone uno de los posibles defectos de FIDMA: "Si de mí dependiera, bajaría los precios así los jóvenes podrían divertirse más y venir más veces".

Díaz no desaprovecha ni un momento. En junio viajó a Murcia, donde vive su única hija y sus dos nietos, para pasar un mes de vacaciones en la costa mediterránea. De este viaje cuenta varias anécdotas -lo hace mientras se acercan a su puesto habitual en la Feira amigos y vecinos de Cabañaquinta que también le acompañaron en el viaje-: "les canté una tonada de mi cosecha, aunque estaba un poco afónico", relata entre risas mientras bebe de su copa de vino correspondiente.

"Cuando vengo a la Feria, tengo mi rutina. Vengo antes de comer, tomo el vermut y después de comer me tomo un café", ilustra Díaz, que aprovecha la tarde para visitar los diferentes puestos del recinto y, después, cenar también en el ferial. Cuenta que ha realizado muchas compras, pero "nunca he tenido coche, comenta con humor. "Me desplazo en bicicleta, y mira, hasta con madreñas", asegura señalando una fotografía expuesta en el local, cuyos dueños son también viejos conocidos de tanto como le han visto comer en su restaurante. En la foto aparece él mismo sobre su bicicleta y con el tradicional calzado asturiano bien ajustado.

El allerano, que ha "recorrido toda España", resalta la belleza del paisaje autóctono: "Hay jóvenes asturianos que han estado en Cancún y no han visitado zonas de Asturias como Cabañaquinta, que es precioso". Por ello, recomienda conocer la provincia a todos los jóvenes con ganas de viajar, a los que también desea "mucha suerte, y que ojalá tengan un buen trabajo pronto", dice.

La vitalidad que transmite el veterano visitante de la Feria de Muestras es innegable. Y a sus 87 años, este allerano afincado en Gijón desde bien joven reconoce que tiene ganas de vivir en primera persona bastantes más ediciones de esta cita veraniega a la orilla del Piles: "Llevo 34 años viniendo a la Feria Internacional de Muestras de Asturias. Y voy a seguir, porque no pienso morirme todavía". Ahí queda el aviso.

Compartir el artículo

stats