La pasión se desbordó ayer en Narzana, Sariego. Decenas de feligreses conmemoraron las apariciones de San Pedrín de la Cueva. Exaltación de la asturianía y sentimientos a flor de piel culminados con la interpretación del "Asturias, patria querida" por parte del coro Santiaguín de Langreo. "Es una emoción incontrolable, cuando escuchas la música algo se mueve en el interior", destaca Alfredo Álvarez, uno de los habituales que cada año se reúnen "con familia y amigos en una cita imprescindible".

El día totalmente despejado y con temperaturas altas animaba ya desde primera hora a disfrutar del acontecimiento. Una vez más, la figura de San Pedrín volvería a aparecerse en la cueva. Como reza la leyenda, el icono del santo volvía misteriosamente a este paraje a pesar de encontrarse en la ermita ubicada unos metros más arriba. "Un día un vecino se dio cuenta de que era un rapaz el que lo andaba bajando a escondidas", recuerda entre risas Aida Vallina.

La conmemoración comenzó con la bajada de la imagen. "Este año les tocó a los hombres bajarlo. Un año lo bajan ellos y otro, nosotras", explica Vallina. Puntual, a mediodía llegó el santo a la cueva y dio comienzo la misa cantada en bable, oficiada por el párroco Luis Gutierrez. Con el himno del Principado se clausuró la parcela religiosa de la jornada, dando paso a la fiesta de prao propiamente dicha.

"A mí la misa es lo que menos me interesa, yo soy más de rock and roll", bromea Marga Rimada, que disfruta la festividad junto a sus allegados. "Sidra, aperitivos y a darlo todo bailando cuando empiece a tocar la orquesta", añade animada Rimada. Entre culinos, bollos preñaos y tertulias familiares transcurría la mañana en el prao bajo la cueva.

Allí había gente de todas las edades y gustos dispares. Mientras los niños vendían unos originales pañuelos, rematados con una pequeña madreña de madera a modo de cierre, "para ayudar a la fiesta", los aficionados a las motocicletas disfrutaban de una concentración de 70 modelos clásicos con más de 25 años de antigüedad. "Esta moto es de 1941, se usó en la Segunda Guerra Mundial", asegura Paco Caldevilla, orgulloso de su montura, la que más llamó la atención en Sariego.

Bajo la carpa, evitando el castigo del sol, podía verse una auténtica exhibición de trajes regionales. Había de todo, desde algunos simples a otros de lo más más elaborado, coronando la oda a la asturianía. "Como novedad, la asociación propuso que todo el que pudiera viniera vestido con traje regional", comenta Vallina al respecto.

Vestidos de asturiano o de paisano, todos disfrutaron de una jornada agradable, que contó además con un torneo de tute y parchís para amenizar la tarde. Hoy la habitual concentración de motocross continuará con los homenajes a San Pedrín, que como dice el sierense Alfredo Álvarez, "ye pequeñín, pero ya crecerá", como la pasión por esta fiesta tradicional.