Tres premios son los que concede el jurado en el "mercadín" de la sidra y la manzana, la feria que estos días hace su agosto en el Puerto Deportivo gijonés al calor de Fiesta de la Sidra Natural. Pero los ganadores de este año acumulan más. Luis Sánchez, de "Oleum", una empresa de jabones naturales de Cabranes, ha ganado ya tres premios en estos años, a los que hay que sumarle el título de "mercancía meyor presentada" que le otorgó ayer el jurado de la fiesta: "Nos falta el de 'produtu más novedosu' pero ya tenemos en mente una idea para el año que viene", asegura el artesano.

Su elegante manera de colocar los jabones sobre un mostrador verde que recuerda al césped, otorga un frescor a la caseta de Sánchez que el jurado no ha podido pasar por alto. Además, la firma intenta innovar exclusivamente para el público gijonés: "Esta feria es tan específica que pensamos cosas solo para ella, el 'mercadín' es muy importante para nosotros tanto por ventas como en promoción, por eso siempre nos volcamos en intentar darle más importancia y tratar con mimo el producto que traemos", explica Sánchez. El jabón más popular es uno muy curioso, casi transparente, y "con una manzanita dentro", está hecho de glicerina de la fruta estrella del mercadín y sólo lo ofrece en esta feria. Su novedad este verano son "portavasos de sidra que nunca trajo nadie", arropados por los simpáticos jabones de piruletas que tanto llaman la atención al goloso.

La firma ovetense de bisutería "Nemoralia", ganadores del "productu más novedosu", ya obtuvo este mismo premio hace "tres o cuatro años". Esta vez cuelga el título de su triunfo gracias a una colección que han traído en primicia a Gijón: un conjunto de colgantes reversibles con flores, principalmente del manzano, recogidas de praos asturianos. Crear un solo colgante es una labor ardua, pues depende del período de floración y, por tanto, "tenemos que estar un poco pendientes", explica Alicia Blanco. "La flor del manzano es grande y para que nos quepa en los colgantes tenemos que buscarlas cuando son jóvenes o están a punto de morir", añade. Una vez que la artesana ha dado forma al metal plata a mano, prensa las flores recolectadas y "utilizamos resina, eso va a un horno a 30 grados, ocho horas cada pieza para que la flor se conserve, endurezca y no queme, y le damos tintes de color o transparentes", cuenta.

El premio al "puestu más prestosu" fue para Vicen Sanz, artesana gijonesa que participó en el primer mercadín y retomó su asistencia hace tres años. Sanz ya "hacía manzanas y árboles antes de esta feria" y este año su puesto rebosa de "cuadros con flores, manzanos, la pomarada, manzanitas de broche, alfileres, imanes", todo elaborado con mucha paciencia: "lleva mucho trabajo de pincel, de decorar cada botón, pintar cada flor y cada manzana y, después, componerlo como un mosaico", explica Sanz.

Los artesanos no suelen mirar el reloj porque es "difícil tasar el tiempo" que invierten en su obra. Luego, cuando sostienen el premio en sus manos y el público les aplaude todo "merece la pena".