El queso más caro del mundo será degustado por los jugadores del Real Oviedo y del Sporting de Gijón, juntos, en una espicha. Ese es, al menos, el plan del hostelero Iván Suárez, quien el pasado domingo adquirió por 14.300 euros el mejor cabrales del año, un récord en la cronología del Certamen y en la historia de la gastronomía mundial. "Desde que lo conseguí llevo dándole vueltas a qué hacer con la pieza, porque al final un queso de dos kilos no te da para mucho, así que me resultaba complicado repartirlo de forma justa", dice el dueño del Llagar de Colloto.

Es por ello que, tras valorar diversas opciones, terminó dando con una curiosa idea: "Quiero invitar a las plantillas del Oviedo y del Sporting a probar el cabrales", asegura. Algo que para él supone "tener un gesto con los dos grandes equipos de la región para que puedan disfrutarlo en este inicio de temporada". Su iniciativa pasa por juntar a todos los futbolistas en una misma espicha en la que "además de servirles la carne que tenemos en la carta, les daremos el queso al natural, en tapas, que es como se percibe su sabor auténtico", dice el collotense.

Y aunque todavía no ha transmitido la sugerencia a ambos clubes, espera poder materializarla cuanto antes, pues su cabrales no durará eternamente y Suárez quiere empezar a "darle juego". Eso sí, es consciente de lo difícil que le resultará juntar en el mismo lugar a los dos eternos rivales futbolísticos de Asturias. Claro que, de no llegar a conseguirlo, "los clientes más fieles" serán los que prueben el manjar cabraliego.

El haberse proclamado dueño de la histórica pieza se hacía notar ayer en el local de Suárez, quien ya expone el queso bajo un vidrio en una mesa de su negocio. "Cuando paseo por el restaurante me siento como Ronaldo en el Bernabéu, no estoy acostumbrado a tanta expectación", relata.

No es para menos. El hostelero asegura haber recibido llamadas de todos lados: "Familiares, amigos, medios locales, nacionales?". E incluso algún periódico internacional se ha hecho eco del récord batido por el hostelero de Colloto. El queso más caro del planeta era, hasta hace horas, un Idiazábal por el que una empresa gipuzcoana dio 13.050 euros. El "cabrales de oro" se convirtió ayer en la joya del establecimiento. Todos los visitantes y comensales se acercaban a la quesera para contemplarlo, sacar fotos o charlar con su orgulloso propietario.

"Hay gente que lo ve como algo ostentoso, que cree que es una locura pagar tanto, pero en realidad tiene su parte mediática, pues servirá para promocionar al Certamen y a sus elaboradores, que es lo que yo quería", relata Suárez.

Mientras habla, un corrillo de curiosos se arremolina en torno al alimento, bien tapado, "para que no le entren moscas", dice. Como anécdota, el restaurador admite que nunca antes había participado en una puja, si bien ya está decidido a que el año que viene luchará nuevamente por hacerse con el mejor cuajo de 2019. Y se despide entre risas: "No lo he pagado aún, pero cuando lo haga, lo haré por transferencia".