Guitarra y voz. Eso fue todo, y no hizo falta nada más para que los centenares de seguidores de Ismael Serrano vivieran una noche cargada de emociones y marcada por la nostalgia. El cantautor madrileño es un habitual en la programación musical de la ciudad, Gijón nunca falta en sus giras, y su público le acompaña fielmente con el paso de los años. Lo hemos visto en todo tipo de formatos, pero hacía mucho que no conseguía la cercanía con el público y el ambiente intimista que se vivió el jueves en El Bibio. Un recital plagado de clásicos y que recordó a los que ofrecía con Freddy Marugán a la guitarra en las giras de los primeros discos.

Sin duda, el clima sosegado que se impone en los conciertos del verano del coronavirus encaja a la perfección con los directos de Serrano; en otras circunstancias habría sido impensable que este cantautor estuviera en la programación de Metrópoli. Salió al escenario sin artificios, se tomó su tiempo para afinar la guitarra y arrancó "No estarás sola", que nos llevó veinte años atrás; toda una declaración de intenciones y una pista del viaje en el tiempo que iba a guiar el repertorio de la noche.

Ismael le tomó enseguida el pulso al concierto, hilvanando canciones con sus habituales monólogos acompañados a la guitarra. Se le vio algo oxidado, con falta de rodaje tanto en los soliloquios como en los arpegios de la guitarra, y es que era su primer concierto después del confinamiento. Supo contener al público complicando el fluir de los versos para evitar que la plaza de toros se convirtiera en un karaoke, con la consiguiente frustración de quienes querían sumarse a cantar a una sola voz con el madrileño.

La noche avanzaba y seguían sonando clásicos: "Caperucita", "Pequeña criatura", incluso "Un muerto encierras", que el propio cantautor reconocía que hacía tiempo que no tocaba. Hubo también versiones: "Como la cigarra" de María Elena Walsh y "Esos locos bajitos" de Serrat; esta última también sonó en el concierto que dio en Las Mestas allá por septiembre de 1998. Pero no quiso dejar pasar la oportunidad de presentarnos algún tema nuevo, como "La primera que despierta", dedicado a los cuidados y que inevitablemente nos lleva a pensar en la situación vivida estos meses pasados. Pero Serrano le canta a lo cotidiano de estas labores y huye de la retórica épica estilo "héroes de bata blanca" que hemos escuchado en otras canciones para denunciar el machismo imperante y la poca consideración que la sociedad tiene de un asunto tan humano y de tanta importancia.

Seguía avanzando el concierto con "Últimamente", "Ana", "Recuerdo", hasta el cierre con la archiconocida "Papá, cuéntame otra vez". A cada tema le seguía una ovación que sonaba a agradecimiento, porque los fans más fieles (la mayoría entre el público) seguramente no habían soñado con ese repertorio. El cierre lo puso "Vine del norte" en forma de propina.