Ana Ozores se escapa de la Regenta y sale a la calle para hacer teatro contra el virus. Acompañada de su creador, de dos "actrices anónimas" que ensayaron por Skype en tiempos de pandemia y de Fermín de Pas, la protagonista de la novela de Clarín encandiló ayer la plaza de Porlier de Oviedo. Además, un sexto personaje "sin contar a Dios": la estatua del viajero, de William S. Arrensberg. De esta forma, los actores se integraron en un escenario compuesto por el lugar en el que estaban situados, siendo los elementos de la ciudad parte de la obra "Yo, Ana", pensada expresamente para la ocasión.

Cinco sillas de espalda y dos actrices, que no dicen quién son, presentan a la ciudad de Oviedo: la Catedral, el teatro Filarmónica, el edificio del tribunal de justicia. Y después saludan: "Otra vez el público", dice una de ellas, con un marcado acento gallego. También hace alusión a la cita de las 20 horas durante el confinamiento: "Tenía razón mi padre con que fuera enfermera, con lo que me gustan los aplausos", recalca.

En escena también aparece Clarín. Se presenta como un novelista de éxito que no entiende por qué su Ana Ozores algo "cabaretera" se ha rebelado para irse al teatro. La vida de Fermín de Pas, el confesor de la joven, también ha tomado otro rumbo: ahora es tertuliano de "TV13", aunque Dios "no ha dejado" de acompañarle. Entre numerosas alusiones a la pandemia y a la propia obra de Clarín, William S. Arrensberg se integra en la escena, como una voz en off: "Id a HBO o a Netflix, que tenéis más futuro", les recomienda. Y también cuentan la historia de su fallecimiento: una "inmolación por el teatro"; metafóricamente quemado por la tecnología.

"Si no hubiera existido el virus, estaríamos actuando en el Campoamor", cuenta Carmen Gallo, la directora de Factoría Norte. Su compañía llevaba ya cuatro años realizando las visitas teatralizadas del Campoamor y la ruta de la Regenta. Sin embargo, este año han tenido que adaptar su espectáculo a la calle. Para ello han contado con Eladio de Pablo, quien ha estructurado el guion de la obra en una duración de 30 minutos aproximadamente. Elementos del presente y del pasado que se entremezclan con canciones y reivindicaciones por la cultura. "Los ánimos son lo único que se puede mantener en estos tiempos que corren", sostiene la regente de la compañía.

Para cerrar la obra, los actores se unen en una coral y suena la música. Después de hablar de la estatua del viajero, "un escritor sin obra y un amante sin amada", también hacen referencia a su nombre : "El regreso de William B. Arrensberg", como una metáfora del retorno del teatro a las plazas. Y además, un mensaje de esperanza de la boca de Ana Ozores: después de que el covid haya "roto" el escenario de la vida de la gente, y encerrado a la población entre cuatro paredes, todavía quedan ánimos para hacer teatro en la calle. Finalmente, aplausos y se cierra el telón imaginario.