Los deportes acuáticos ganan adeptos en Asturias. El surf es habitual en las playas de la comarca avilesina desde hace años, sin embargo, menos conocida es la práctica del paddle surf, una práctica igual de atractiva y, a la vez, diferente. Pese a tratarse de en una de las disciplinas acuáticas de moda aún son pocas las empresas en Asturias que ofrecen clases y cursos de paddle surf. Rompiente Norte, la escuela de surf de L'Arena y que por verano tiene un campamento para menores y cursos para todas las edades; es de los pocos lugares donde te enseñan a desenvolverse con una tabla y una pala.

Cuentan los monitores que el paddle surf es es más relajado que el surf, y sus lecciones, en este caso, se desarrollan en la ría del Nalón y no en la playa. Este verano campamento de Rompiente Norte funciona a toda máquina. Desde hace 18 años que están en la Arena, nunca han vivido un julio igual. "Está siendo un verano atípico. Julio parecía agosto. El tiempo influye y Asturias tiene una burbuja turística. Este año está siendo extraño porque la gente pide disponibilidad y no información, está decidida y sabe lo que quiere", explica Fernando García, quien junto a Ángel Fernández crearon Rompiente Norte, que hubiera empezado sus actividades durante el mes de abril de no haber sido por la pandemia.

Cada turno del campamento tiene una duración de una semana y las plazas están ocupadas. Los niños aprenden a manejarse encima de las tablas, a la vez que se divierten con "la vida de pueblo", como cuenta Bea García. La gran mayoría de los parcipantes son hijos de veraneantes que llevan años pasando las vacaciones en el pueblo. En Rompiente Norte se desintoxican de la tecnología, solo les dejan el teléfono móvil durante una hora, "los niños lo agradecen", indican los monitores.

Daniel y Óscar Berlana, hermanos de 15 y 12 años, respectivamente, llevan años acudiendo al campamento. Son de Madrid, aunque se desenvuelven a la perfección encima de la tabla. Marta Baena, de 15 años, también de la capital, es su cuarta vez en el programa de Rompiente Norte, que define como "brutal", una broma recurrente entre los niños que no quisieron desvelar.

De hecho, este año en el campamento hay pocos novatos, solo dos. Son Nuria Oviedo, de 15 años, y María de Aguinaga, de 14, ambas de Madrid. Reconocen que es la primera vez que montan en una tabla de paddle surf. "Espero no caer muchas veces al agua", dice Nuria con una sonrisa.

Respecto a las medidas de seguridad, después de cada uso desinfectan todo el equipamiento. En el caso de las tablas, su trabajo es más laborioso: las hay con capacidad para 8 personas y son más grandes, por lo tanto, más difícil de desinfectar. "Es un trabajo añadido, pero hay que hacerlo. Los niños utilizan el mismo neopreno, misma tabla; mismos materiales", indica Fernando García, quien explica que los niños no llevaban el neopreno durante la clase de paddle surf debido al calor. "Yo que soy friolero lo pondría, pero ellos pueden con todo", bromea Carlos Cabrero, otro de los monitores.

El coronavirus tampoco puede con el surf. Un verano más la localidad castrillonense de Salinas es el lugar elegido por deportistas de todas las edades para practicar el deporte de las olas. Las escuelas están funcionando al mismo ritmo que el verano tras quedar suspendida la campaña de Semana Santa por el confinamiento. "Cuando comenzó el verano pensamos que iba a ser una temporada rara pero la gente está muy animada", sostiene Pelayo Suárez, gerente de Horizon. "Más o menos estamos trabajando como el verano pasado", confirma, por su parte, Carlos Meana de El pez escorpión. Ambas escuelas cuentan igualmente con alojamiento para los practicantes que reciben.

"Nosotros funcionamos con campamentos, en julio fueron para menores y el resto del año son para adultos. Tenemos gente de toda España, principalmente de Madrid, Barcelona o Valencia", explica Pelayo Suárez.

Carlos Meana asegura que hay reservas "pero de menos días en veranos anteriores, hay más rotación de gente".

Los gerentes de las escuelas y alojamientos de surf -con entre 17 y 15 plazas- sostienen que no les ha costado mucho adaptarse a las medidas sanitarias. "El material ya lo desinfectábamos siempre, no es una medida nueva", coinciden. "Los alumnos utilizan durante el tiempo que dure el campamento el mismo neopreno y la misma tabla. Todos los días desinfectan su material y nadie más lo toca durante su estancia", detalla al respecto Pelayo Suárez.

Las mascarillas, la distancia de seguridad y los hidrogeles son imprescindibles en la convivencia diaria en los albergues. "La gente está muy concienciada, al llegar les tomamos la temperatura y en la playa con los monitores se cumplen también las medidas de distancia", indica Carlos Meana.

Los gerentes de los alojamientos aseguran que la desinfección del interior de los locales es escrupulosa.

Para los que tienen dudas tanto Carlos Meana como Pelayo Suárez son contundentes en su valoración: el surf no es un deporte de riesgo. "Es al aire libre y en contacto con el agua, con el mar. Como empresa que somos damos seguridad a la gente que viene y ponemos todo de nuestra parte para evitar contagios. La gente está concienciada", aseguran.