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Barquillos hasta Inglaterra

La cadena británica BBC se interesa por la receta tradicional del dulce que elabora Guillermo Pelayo

En el obrador.

A veces el esfuerzo tiene su recompensa y cuando uno hace las cosas bien, tienes más posibilidades de que se reconozca. Los barquillos caseros de Pelayo son toda una institución en Avilés y en la playa de Salinas o en el parque de Las Meanas, donde Guillermo Pelayo los vende, cargando con su bombo, a 70 céntimos la unidad. Ayer, la BBC, la cadena de noticias más importante de Inglaterra y una de las más importantes a escala internacional, se interesó por la historia de los barquillos de Avilés, una historia que se remonta a más de un siglo, en la comarca cántabra del Valle de Pas.

El suyo es un oficio casi en peligro de extinción y no tan valorado como debiera. Guillermo Pelayo se levanta cada día a las cuatro y media de la madrugada para preparar el alrededor de 400 barquillos, dependiendo de los encargos; luego, coge el bombo a cuestas y camina por Salinas vendiendo su dulce más preciado. La familia suma varias generaciones con su sabor personal que recuerda a tiempos de infancia. Y ayer, Pelayo estaba muy orgulloso de que la BBC se interesara por su labor, "es una de las cadenas de noticias más importantes del mundo, tiene millones de seguidores" y que hayan venido desde tan lejos solo para estar con él, visitar su cocina en la calle Rivero, donde degustaron los barquillos y hasta pudieron cocinar los suyos propios, le honra. Después les acompañaron durante su recorrido por el paseo de la playa.

El objetivo de la BBC era rescatar los oficios tradicionales que se están perdiendo, como el caso de los barquillos, tan inusuales en Inglaterra. En su investigación tan solo encontraron dos empresas en toda España que los realizasen artesanalmente: una en Madrid y la otra, Pelayo. "La de Madrid hacen cucuruchos, la base es totalmente diferente", precisa el avilesino.

Aunque estaban interesados en conocer cuál era el secreto y los ingredientes que hacen que los barquillos Pelayo resulten exquisitos para todos los paladares, él defendió que era una receta familiar y nadie de fuera lo sabrá nunca. "Es una tradición, mi padre me lo enseñó a mí; mi abuelo, a mi padre; y yo soy la cuarta generación. Mi hijo sería la quinta y aunque no quiero que siga con este trabajo, porque es demasiado duro, conoce la receta desde los cinco años", concluyó.

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