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Conciertos con clase

"From", el conjunto del ovetense Fernando Romero, y el proyecto de Núria Graham triunfan en la Universidad

Fernando Romero, en la actuación de "From". IVÁN MARTÍNEZ

Desde los cuadros que colgaban de la pared del aula, rectores históricos de la Universidad de Oviedo asistieron ayer, por segunda vez este verano, a un concierto magistral de la mano de "From" y Núria Graham. En los oscuros bancos de madera, veinticuatro "alumnos" no perdían detalle de teclas, voz, cuerdas, bombos y platillos.

Fue "From", el proyecto del joven cantante y compositor ovetense Fernando Romero, el primero que se subió a la palestra en el edificio histórico de la Universidad de Oviedo. Con más tablas y desparpajo que cuando actuaba bajo su nombre real -se nota la confianza que le da su flamante fichaje por una discográfica- , letras en castellano y manteniendo ese rollo del nuevo indie pretendidamente descuidado, levantó todos y cada uno de los aplausos posibles. Eran veinticuatro y parecían cien.

Con un repertorio extenso, de letras sencillas y títulos aun más sencillos, Romero y sus acompañantes hicieron reír y disfrutar al respetable. Les hubieran hecho bailar de haberse podido. El formato, hiperreducido a causa de la lluvia, dejó a muchos en la puerta haciendo cola bajo los paraguas, y le aguó a Romero todos sus planes. "Yo que quería dar un concierto que fuese una locura y lanzarme al público...", bromeanba el joven ovetense. Una actitud que no dejó hasta que salió del aula para dejar paso a Núria Graham, de quien dijo que "seguro" que le iba "a dejar mal". No fue para tanto, pero no por demérito de Graham

La cantautora catalana, de voz aterciopelada y técnica impoluta, ofreció un recital. Dos jóvenes lo comentaban a la salida "tiene la voz perfecta", y perfectamente vibraba entre las cuatro paredes de la clase. Graham, de padre irlandés, ofreció un concierto más pop, más limpio, pero no por ello hizo que el público disfrutase más que con el asturiano.

La cercanía del formato, que parecía una tutoría, favoreció el intercambio entre público y canante. Y, como si de una clase se tratase, cuando la catalana preguntó si alguien había ido a su último concierto en la ciudad -dos años atrás- una mano se levantó en el aire. Lo que la cantante celebró con un grito de júbilo. Seguro que la próxima vez se levantan unas cuantas.

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