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Daryl Gregory: el novelista que ama a sus niños mutantes

El ganador del “Kelvin 505” presenta superhéroes ‘losers’, zombis adorables

Daryl Gregory

Una familia de “losers” con superpoderes inspirada en Uri Geller. Un Niño Jesús zombi que quiere redimir a su raza y salvar a la humanidad. Un club de Torturados Anónimos en terapia de grupo se enfrenta a monstruos lovecraftianos. Una guerra narco por el control de una píldora que hace que Dios sea real. La primera de estas cuatro locuras llegó a las librerías españolas en 2018 (“La extraordinaria familia Telémacus”, en Blackie Books). Y ahora, de una tacada : “Vida y milagros de Stony Mayhall”, “Estamos todos de puta madre” y “Afterparty”.

Daryl Gregory (Chicago, 1965) ha sido una de las estrellas invitadas en el festival Celsius de Avilés. Y allí se le ha preguntado por su obra, en la que parece estar intentando completar una antología de versiones alternativas de todos los subgéneros disponibles. “Quiero robar de todas las cosas que me gustan y encontrar el truco para tener algo nuevo que decir sobre ellas. Mi técnica es ver qué pasa después de las historias de horror, las consecuencias”, explica. Son tantas las cosas que le gustan que ni se plantea que ninguna de ellas se convierta en una serie. “Soy incapaz de centrarme hasta este punto. Tengo tantas ideas tan distintas en mi mente que acaban practicando el sexo entre ellas y teniendo niños mutantes. Y su objetivo es que los queráis”, añadía. Sí, que los queramos. Como a Stony Mayhall, el bebé zombi que crece protegido y educado por una madre muy religiosa, sus tres hijas y los vecinos coreanos, y se convierte en el Mesías de los supervivientes del fallido primer gran contagio zombi, patrocinado por un Capitán Pescanova norteamericano. “Me encantan los monstruos. Me extrañaba que no hubiera libros que estuviesen explicados desde la perspectiva del zombi. Porque el escritor tiene que tomar el punto de vista del desvalido. Y no se me ocurre a nadie más débil que a un niño zombi”. En su mundo matan a los zombis sin dar tiempo a que se descubra que se pueden convertir en muertos razonables.

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