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Un lugar por encima de las nubes

El turismo ha reconocido en Sotres la soberana belleza de uno de los grandes rincones de los Picos de Europa

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Sotres, un lugar por encima de las nubes

Probablemente sea uno de los pueblos más soleados de Asturias. Y es que muchas veces, mientras las nubes cubren toda la región, arriba, en Sotres, el sol brilla y calienta cada piedra de las casas del pueblo. Es Sotres un pueblo recogido, como si la montaña que lo rodea quisiese abrazar todas sus construcciones, protegerlas y ofrecer a sus habitantes unas panorámicas inigualables. Por eso no es de extrañar que cada vez más turistas suban hasta Sotres, uno de los pueblos más guapos de Asturias según la votación popular que llevó a cabo LA NUEVA ESPAÑA al inicio del verano entre cien expertos y conocedores de los rincones que tiene Asturias. La localidad cabraliega quedó así en el octavo lugar, en un ranking liderado por Bandujo (Proaza), al que siguen, por orden, Lastres, Bulnes, Cudillero, Tazones, Puerto de Vega y Viavélez. Y once pueblos más se irán sumando a esta guía de bellezas a lo largo del verano. Es una clasificación que, sin duda, hace justa distinción a los rincones más bonitos de Asturias.

De Sotres sale además un manjar asturiano de fama universal, para algunos el mejor queso del mundo: el cabrales. Una de las personas que está muy pegada a esa tradición agroalimentaria es Jessica López, presidenta del Consejo Regulador de Cabrales y vecina del pueblo. Nació en Sotres, pero tuvo que emigrar muy pronto, a los tres años. Volvió a los 23 porque, como bien cuenta, nunca consiguió olvidar las bondades de este lugar, a pesar de todos los cambios que también ha sufrido a lo largo del tiempo.

Dice Jessica López que retornó a Sotres huyendo de la ciudad y retomó su negoció quesero familiar, que básicamente sigue manteniendo el mismo proceso de elaboración de antaño: “Maduramos el queso en cuevas de la zona; la que yo uso era de mis abuelos, luego pasó a mi tío y de mi tío a mí; espero que venga alguien detrás que la pueda llegar a usar”, explica Jessica López. Y es que este inimitable producto se vende más allá del Atlántico, en Estados Unidos y en México, además de comercializarse por toda España como una de las señas de identidad de la gastronomía asturiana.

Jessica López, presidenta del Consejo Regulador del Cabrales. LUISMA MURIAS

Ha tocado Jessica López uno de los temas que preocupa en un pueblo de postal como Sotres. El relevo generacional es algo que se vive como un mal nubarrón entre los vecinos. “No hay guajes”, protestan los oriundos. La quesera recuerda que cuando ella era niña eran unos quince los niños de su edad; ahora tan solo hay tres. “Hay un niño de cuatro años, otro de tres y una niña de tres años”, enumera sabiéndoselo al detalla.

Pero hay muchas más cosas que han cambiado con los años. Explica Jessica López que tampoco recuerda en su niñez el turismo actual que llega a Sotres. Una explosión, sobre todo a partir de finales de la década de los noventa. “Antes, por el pueblo podía venir algún montañero, pero no el turismo que hay ahora”. En algunos cunde la inquietud de que, sin revelo generacional, el pueblo tienda a convertirse en un escenario de postal, pero sin vida. Nadie quiere eso.

José Manuel Montero, del grupo de montaña Ensidesa Gijón. Luisma Murias

El turismo es ya la base económica del pueblo. Y como para no tenerlo. Realmente Sotres es un pueblo que parece sacado de un cuento de hadas, con esa belleza que invade al que observa, un imán para miles de personas que recorren cada año su entorno y que completan con un paseo por el pueblo sus jornadas de ruta de montaña por los Picos de Europa.

Pero hay que tener cuidado, previenen en Sotres, porque no todas las rutas son fáciles. Avisa de ello José Manuel Montero, del Grupo de Montaña Ensidesa de Gijón, que lleva 45 años haciendo senderismo, montaña y alta montaña por la zona. “Picos de Europa es muy duro, hay que ir preparado, con calzado adecuado y mucha agua, y madrugando un poco, porque no se puede pretender subir al pico Urriellu a las once de la mañana”. Consejo de experto. Y no está de más la advertencia, ya que se cuentan por demasiados los accidentes de turistas que intentan hacer rutas complicadas, traveseras y traveserinas, sin preparación. O los que sufren golpes de calor.

Una calle del pueblo de Sotres Luisma Murias

Menudean entre los vecinos quienes lamentan la cantidad de visitantes que llegan en coche hasta el mismo pueblo, circulando por carreteras que no son vías de gran capacidad. “Ahora hay un autobús”, celebran algunos oriundos, pero le ponen tachas: “Está mal planteado, sale muy tarde”. En la zona quisieran poner coto a la masificación de los meses de verano y por eso, para evitar el caos que a veces se genera con el exceso de gente, Jessica López recomienda a todo el que pueda posponer su visita hasta el final del verano. “La mejor época para venir a Sotres es septiembre; todavía los días son largos, hay buenas temperaturas y ya no hay esta masificación”.

El invierno en Sotres tiene otras pegas. Aunque siga existiendo el turista montañero, la nieve complica muchas veces las comunicaciones. Así lo recuerdan los vecinos, que este último invierno quedaron incomunicados más de tres días, porque bajaron los aludes de nieve y bloquearon la carretera. Había tanta que la máquina quitanieves no daba abasto. Aun así, Sotres nunca pierde su encanto, porque todo nevado se convierte en un paisaje también de postal...de postal navideña.

Vecinos de Sotres: Ángel López, Cecilia Fernández, Irene Fernández y Alicia Fernández. Luisma Murias

Y para el que quiera apuntarse la mejor visita a Sotres, esta puede ser el 8 de septiembre, cuando el pueblo se engalana para celebrar sus fiestas patronales. Las mujeres se visten con los trajes regionales propios, los de cabraliega, e interpretan por sus calles canciones tradicionales. Esta fiesta tiene una tradición muy particular, relacionada con la “Jovera”. El día anterior al festejo, los chicos solteros –bueno, ahora participan todos los jóvenes, ya que si no serían muy pocos y no podrían con la tarea–, suben a lo alto de un monte, que suelen ser al de Pandébano. Una vez allí cortan un árbol alto y recto, que será la “Jovera”. La llevan a cuestas hasta el pueblo y la preparan, la pelan, la lijan y la dejan limpia. En la jornada siguiente, día festivo, tras la procesión y la bendición del ramo, los jóvenes plantan la “jovera” coronándola con una flor al final. Y es tradición que un joven suba a coger la flor y dársela a su novia, su prometida, su esposa, su madre o a la mujer que tenga en su vida.

Vistas desde el mirador “Sierra del amor”.

Las chicas del pueblo también participan en estas fiestas. Les toca encargarse del ramo, que decoran con flores de papel que ellas mismas hacen y añaen unos roscos de pan hechos en casa o comprados. Ese ramo se le ofrece a la Virgen tras la procesión por el pueblo y su contenido se subastará (“puya del ramu”) como forma de ayudar a pagar las fiestas.

No sabemos si la “Jovera” habrá inspirado el himno de Asturias, con eso de “tengo que subir al árbol, tengo que coger la flor, y dársela a mi morena que la ponga en el balcón”. Pero, con toda seguridad, este pequeño rincón en medio de Picos de Europa habrá inspirado otras palabras también icónicas, las de la marca “Asturias, Paraíso natural”.

Cómo llegar

Desde Oviedo, por la A-64 ,continuar por la A-8 hasta Bricia. Después subir hasta Arenas de Cabrales por la AS-114. Una vez allí se recomienda usar el transporte público que ofrece CTA para subir hasta Sotres. Aunque si se quiere subir en coche se debe seguir hasta Poncebos, pasar por Tielve y subir hasta Sotres, donde al lado de la quesería Main, hay un parking público.

No perderse

Las mejores vistas del pueblo están en el mirador “Sierra del Amor”. Para llegar a él se debe subir todo el pueblo, andando, pero merece la pena. Allí se puede observar una paronámica del pueblo y de la montaña.

Qué dicen

Es tradición por el 8 de septiembre que un joven trepe hasta lo alto de la “Jovera” y recoga allí la flor; al bajar debe entregarsela a la mujer que tenga en su vida, su novia, su prometida, su esposa, su madre... Las jóvenes deberán hacer flores de papel para engalanar el ramo que ese día se ofrece a la virgen. Pero nada engalana más al pueblo que sus gentes vestidas con el traje regional de cabraliegos.


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