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El verano se disfruta con el cucurucho

Propuestas en Gijón, Oviedo, Avilés, Cangas de Onís, Llanes, Candás, Luanco o Luarca

El verano llega con el cucurucho: El "turrón de verdad" al que es fiel Diego Verdú en Oviedo

Jesús Valdés, invitando a un cornete a la puerta de Verdú, en Oviedo Elena Vélez

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Jesús Valdés, invitando a un cornete a la puerta de Verdú, en Oviedo Mariola RIERA

En esas mesas estivales no falta el helado, que se define como un alimento congelado hecho en general con leche y crema, además de cualquier otro producto para marcarle el sabor (chocolate, turrón, fresa, vainilla, etcétera). Lo cierto es que un helado apetece todo el año y además de postre sirve para merendar, refrescarse a media mañana o en la playa, cerrar el día con un dulce bocado... Asturias es tierra de buenos heladeros artesanos, esos que miman el producto y lo elaboran con la mejor materia prima, que, además de rica, es sana. Así que, para no errar en la elección y hacerse con el mejor cucurucho este verano, aquí va una selección de algunas de las mejores heladerías, muchas con gran solera, asentadas por todo el Principado. Buen apetito.

El “turrón de verdad” al que es fiel Diego Verdú en Oviedo

Mariola Riera, Oviedo

“Ya que lo vas a tomar, pues que sea el mejor”. Palabra y consejo de heladero experto. Es Jesús Valdés López, quinta generación de Diego Verdú, firma fundada en 1878: un clásico en Oviedo. Todo empezó con el turrón y luego, poco antes de la guerra civil, surgió el helado: “De aquella era muy complicado, sin congeladores. Ahora todo ha cambiado”.

El heladero José Luis Oviaño corta turrón en Verdú. Nazaret Quintas

El éxito de la firma radica en su fidelidad a una receta en la que no falta el buen producto: “La base de un buen helado es leche fresca de vaca, nata y el ingrediente para el sabor que le pongas, por supuesto, natural. Nosotros echamos yema de huevo, un emulgente natural, también algo de agar agar...”, explica Jesús Valdés, quien admite que el más consumido en Diego Verdú es, como no podía ser de otra forma, el de turrón: “Es nuestro clásico, con turrón de verdad, no sucedáneo”.

Jesús Valdés López, quinta generación de Diego Verdú, firma fundada en 1878: un clásico en Oviedo. Todo empezó con el turrón y luego, poco antes de la guerra civil, surgió el helado

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Con todo, los heladeros ovetenses también están abiertos a la innovación y saben que el público demanda nuevos sabores que, aunque no se conviertan en clásicos ni alcancen gran demanda, gustan por temporadas y tienen su público. “Hablamos, por ejemplo, de uno de queso de La Peral con mermelada casera de higos, otro de kéfir, que está muy de moda por ser un probiótico, con dulce de leche... Para niños y algún adulto está el cookie monster, de color azul que logramos con un colorante natural, la espirulina”.

Como todos los heladeros, Jesús Valdés dice que este dulce no es solo para el verano, sino para cualquier mes del año. Y pese a lo que se pueda pensar, eso de cuidar la línea y evitar el consumo de azúcar no afecta mucho al helado. “Siempre hay hueco. Lógicamente, no es para todos los días, pero cuando uno va a tomarlo, busca la calidad, que sea rico. Merece la pena. Por supuesto que lleva azúcar, pero mejor que sea uno hecho artesanalmente que industrial. Aparte, es un alimento muy completo”, defiende el heladero.

¿Y en qué momento tomar helado? “Por supuesto, cualquiera es ideal. Yo incluso lo desayuno, porque empiezo la mañana en el obrador y siempre pruebo los que hacemos cada día. El helado es muy bueno y tiene un público fiel”, concluye Valdés.

Vanessa y Román Guillem, en Avilés, con un supercucurucho. | Ricardo Solís

Los Valencianos de Avilés: casi un siglo de cornetes y galleta

Mariola Riera, Avilés

“Un helado siempre apetece”, sostiene Antonio Guillem, al frente de Helados Los Valencianos, todo un referente de este tipo de dulce en Avilés. Su abuelo fundó la firma en Asturias en 1926 y sus hijos Román y Vanessa encarrilan ya la cuarta generación de una firma familiar que conoce todos los secretos del helado, asociado al verano pero consumido todo el año. Cada vez más. “Aunque con la mascarilla parece que cuesta comprarse el típico cornete e ir comiéndolo por la calle”, reseña Antonio Guillem, defensor de la receta tradicional y más pura del helado: “Uno bueno, artesano, no tiene más secreto que la materia prima de calidad. Esta no es otra que buena leche, nata, azúcar y luego ya el producto que le dé el sabor. Sin conservantes, ni colorantes ni aditivos”.

Antonio Guillem, al frente de Helados Los Valencianos, todo un referente de este tipo de dulce en Avilés; su abuelo fundó la firma en Asturias en 1926 y sus hijos Román y Vanessa encarrilan ya la cuarta generación de una firma familiar

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Avellana y turrón suelen ser lo más clásico y tradicional, y en cucurucho o con galleta a modo de bocadillo, aunque la tarrina se va haciendo hueco. “En Los Valencianos, el turrón es de verdad”, dice Guillem. De mantecado, chocolate y nata no fallan en las preferencias de los asturianos, aunque los más jóvenes suelen decantarse por sabores algo menos habituales como crema catalana, de huevo Kinder... Esto ha logrado hacerse un hueco poco a poco junto a las novedades de cada temporada: por ejemplo, esta toca el helado happy-hipo, “una especie de snack que sabe a chocolate, avellana, no tiene un sabor muy definido y entre los adolescentes gusta mucho”.

Antonio Guillem considera que los helados con sabores especiales de cada temporada (de oricios, de queso de cabra, de pimiento, de salmón, de fabada...) son “de cara a la galería”, pues atraen en un momento determinado a una clientela por la cosa de probarlos, pero los que se mantienen de verdad son los sabores de siempre. “Un sabor salado puede encajar en un restaurante, a modo de postre, pero el helado que triunfa siempre es dulce”, dice.

El veterano heladero lo tiene claro: “Aunque intentemos que se consuma todo el año, los asturianos lo asocian al verano, cuando es la temporada fuerte, de junio a finales de agosto. En invierno nosotros solemos cerrar porque el consumo cae y se reduce solo a la restauración, a modo de postre”.

Daniel Pérez, en su heladería del centro de Luarca. | A. M. S.

El Asturiano de Luarca, saber hacer a la conquista de Italia

Ana M. Serrano, Luarca (Valdés)

Dice el heladero valdesano Daniel Pérez, de Helados Artesanos El Asturiano, que siempre se puede hacer un buen helado si detrás “hay buena formación” e intención de la persona que lo prepara. Hay que saber lo que cada ingrediente aporta a la textura y sabor y no solo elaborar, sin más, la mágica receta. Y, aún así, “todo depende de la sensibilidad y de lo que cada persona espera de un helado”. El valdesano se decantó desde el nacimiento de su empresa por el helado artesanal y triunfó. No ha dejado de crecer en pedidos y estos días ha recibido una grata noticia por su dedicación y producto: será una de las nueve heladerías de España que competirán en el Gelato Festival World Masters que se celebrará el próximo 29 de junio en Bolonia (Italia).

Para Daniel Pérez no hay más secreto que el trabajo, la formación, la apuesta por la calidad de producto y la atención a lo que triunfa y gusta. Es decir, es “un básico que no se cuenta”, señala, pero un helado de fresa, “tiene que llevar fresa”. Si se quiere disfrutar de un buen helado hay que decir adiós al aroma artificial “porque este ‘natural’ con el que se promocionan, si resulta ser un aroma, el sabor resulta raro”, concreta. Los helados de Daniel Pérez, con tienda física en Luarca y Ribadeo (Lugo) y distribuciones en Oviedo y Cudillero, “si son de pistacho, llevan pistacho”.

El heladero valdesano Daniel Pérez, de Helados Artesanos El Asturiano, ha recibido una grata noticia: será una de las nueve heladerías de España que competirán en el Gelato Festival World Masters que se celebrará el próximo 29 de junio en Bolonia (Italia)

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El helado se puede tomar, además, todo el año. Concretamente el de leche es un producto “con equilibrio nutricional”, sobre todo si es artesano y los ingredientes “son nobles y de calidad”. En verano, “por el calor y tratarse de un producto fresco, apetece más”, pero Daniel Pérez lo aconseja en todas las estaciones. De hecho, detalla que el consumo en los hogares aumentó en otros meses que son los de verano pese a que sus tiendas físicas solo abren, de momento, en temporada alta. Así que, si el lector quiere disfrutar “del helado artesano de verdad” puede acercarse a Luarca, donde nació su proyecto y donde cuida día a día de su heladería, donde en temporada alta hay colas. Allí encontrará producto fresco de todos los sabores, incluidos fresas de Almuña (su pueblo de origen) o de tutti-frutti, el sabor con el competirá en el próximo certamen heladero al que está convocado.

Iván Noval, con cucurucho y en carrito, junto a su negocio en Gijón. | Marcos León

Islandia, en Gijón: sidra, cabrales y faba pero en helado

Pablo Antuña, Gijón

“Los helados artesanales son más sanos, con leche de aquí, productos asturianos, sin conservantes ni aditivos, y lo puedes tener en el congelador de un año para otro y no merma”. Úrsula Noval es la segunda generación de Heladería Islandia, un negocio que nació hace siete décadas en Tuilla (Langreo), por medio de sus padres Francisco Kiko Noval y Remedios Rodríguez, y que lleva más de medio siglo en Gijón. Son conocidos por sus helados de sidra, cabrales, fabada o castaña. Y por innovar cada año. Tras pasar por Pepu Noval, hermano de Úrsula, ahora es su hijo Iván Acevedo Noval el que lleva el negocio. “Este año la novedad es el helado de ‘Nestlé Jungly’”, explica Iván Noval. Una idea que surgió a raíz de la vuelta de la tableta de chocolate a la venta, tras varios años fuera del mercado, y que provocó un gran impacto y que se agotase en los supermercados.

Úrsula Noval es la segunda generación de Heladería Islandia, un negocio que nació hace siete décadas en Tuilla (Langreo), por medio de sus padres Francisco Kiko Noval y Remedios Rodríguez, y que lleva más de medio siglo en Gijón

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“El helado es un alimento para todo el año”, defiende Iván Noval, cuyo negocio en la calle San Antonio de Gijón, en la zona centro de la ciudad, permanece abierto de continuo. “Tenemos la idea de que solo es para el verano, pero no tiene que ser así, en los países nórdicos, mucho más fríos, es donde más se come de todo el mundo”, relata, antes de añadir cuáles son las propuestas que tienen más aceptación: “El helado clásico de turrón triunfa siempre, y en nuestro caso también el de mantecado, que es como el de vainilla, porque el que hacemos lleva huevo”.

¿Y por qué comer helado? Úrsula Noval contesta con decisión: “No engorda tanto como se dice, es lo mismo que tomar un café con un sobre de azúcar”.

José Manuel Martínez, en Cangas de Onís, “brindando” con un cornete. | M. Villoria

Cremela: peculiares y atractivos sabores en Cangas de Onís

María Villoria, Cangas de Onís

El gusto por la gastronomía de José Manuel Martínez fue la base sobre la que creció el proyecto de la heladería artesana Cremela, en Cangas de Onís. Tras identificar que el postre siempre era un poco más flojo que los platos principales del menú, el empresario comenzó a formarse con varios cursos sobre helado en España e Italia . Empezó en 2014 ofreciendo sus creaciones heladeras artesanas a restaurantes y el proyecto Cremela tomó forma. En 2018 abrió la primera heladería en Cangas de Onís y, el año pasado, una en Ribadesella.

Para el empresario afincado en Cangas de Onís, un helado artesano tiene que llevar productos de calidad y lograr el “equilibrio” entre los distintos ingredientes.

En sus heladerías hay decenas de sabores, pero donde más innova es en los encargos para hostelería, a petición de sus clientes. “Hemos hecho uno de mango y curry y vinagre de arroz”.

José Manuel Martínez puso en marcha su proyecto de la heladería artesana Cremela, en Cangas de Onís, tras identificar que el postre siempre era un poco más flojo que los platos principales del menú

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Los sabores en tienda dan opciones a todos los gustos. “Funciona muy bien el te matcha y el caramelo salado con toque de tomillo y lima”, aunque hay un sabor que nunca falla y está por encima de todos en demanda: el chocolate.

Desde Cremela recomiendan comer helado artesano por su valor nutritivo al no tener ingredientes industriales, porque es natural y digestivo, y por motivos mucho más subjetivos. “A la vez tiene una parte importante que te vuelve a la juventud, a momentos felices”, reconoce José Manuel Martínez.

Para Cremela, en Asturias todavía estamos muy lejos de que se consuma de forma normal el helado en invierno y verano por igual, “empezando porque las propias tiendas cierran”, reconoce Martínez, pero sí ve un creciente incremento del cliente de la heladería artesana.

Virginia R. Revuelta, haciendo un cornete en Llanes; al lado, una tarrina. | María Villoria

Revuelta, la receta de hace cien años que reina en Llanes

María Villoria, Llanes

Hablar del helado artesano en Llanes y en las playas del concejo es hablar de Revuelta. No en vano, el próximo año cumplirán cien años desde que Lisardo Revuelta, un barquillero de Santander, fundó la casa con barquillos y cremas heladas. Ahora lo lleva la tercera generación de Revuelta y la cuarta ya empieza a trabajar en el negocio familiar. Eso sí, las recetas de cada sabor se mantienen igual desde el principio. “Cada receta es artesana y cada sabor tiene la suya”, comenta Virginia R. Revuelta., nieta de Lisardo, que junto a sus hermanos lleva el negocio familiar.

El secreto de un buen helado artesano es la utilización de productos de la mejor calidad. “Todos están hechos con leche entera natural de Asturias”, dice Virginia. Van a adherirse al sello Alimentos del Paraíso y no sólo la leche es de Asturias, también utilizan otros como sidra, arándanos, fresas y limones de la tierra.

Lisardo Revuelta, un barquillero de Santander, fundó la casa con barquillos y cremas heladas. Ahora lo lleva la tercera generación de Revuelta y la cuarta ya empieza a trabajar en el negocio familiar

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Lo mejor del helado es para Virginia lo digestivo que es y además “ es bueno para la sonrisa” .

Si hay un sabor por el que se les identifique es por su helado de mantecado, pero también el de nata montada, turrón o avellana. “Tenemos una producción con sabores clásicos”, comenta. Fabrican todos los días de la semana y los helados tienen un proceso de maduración de setenta y dos horas.

El sorbete de sidra o de mojito tienen mucha demanda en hostelería. Cada vez más innovan sobre las intolerancias alimentarias y ninguno de sus helados tiene gluten. Por eso tienen polos de zumo natural y otras opciones para que todo el mundo pueda disfrutar de un buen helado.

Este año además han dado un servicio más de venta a domicilio. Apuestan por el helado todo el año, aunque reconoce que el verano es el motor indiscutible.

Rubén Fernández, rellenando un recipiente de helado en Candás. | Irma Collín

Helio Hermanos, el templo heladero del Cabo Peñas

Mónica G. Salas

En Candás y Luanco ya tiene tanta tradición comerse una marañuela como saborear un helado artesano de Helio Hermanos. Esta empresa familiar se ha convertido, después de 86 años de trayectoria (desde 1935), en todo un templo del helado en Asturias, que ha cocinado su fama utilizando la calidad como ingrediente principal. El negocio que ahora dirige Rubén Fernández, sobrino del fundador, Heliodoro Fernández, ofrece más de 80 sabores: desde los más tradicionales a los más innovadores. Pero los reyes siguen siendo, apunta Fernández, los helados de turrón y de arroz con leche. “Yo siempre recomiendo a mis clientes que elijan también el helado de mantecado, porque es el clásico, la base de todos los demás. Si ye bueno el de mantecado, ye buena la heladería”, afirma.

Helio Hermanos es una empresa familiar que se ha convertido, después de 86 años de trayectoria (desde 1935), en todo un templo del helado en Asturias, que ha cocinado su fama utilizando la calidad como ingrediente principal

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Y la de Candás lo es. Lo saben en Asturias y lo saben en el resto de España. No engañan las colas que se forman cada verano en los cinco locales que Helio tiene repartidos entre Carreño y Gozón. “Ahora que con el coronavirus la gente tiene que esperar fuera, las colas que se ven en la calle son exageradas”, comenta Rubén Fernández. ¿Y cuál es la clave de este gran éxito? Sin duda, la tradición. “En Candás y Luanco ya tienen nuestros helados como algo característico, como las marañuelas. Son muchos años y lo que mejor que ha funcionado es el boca a boca”, contesta. Además de por su rico sabor, Helio Hermanos también se caracterizan por la cantidad. Llenan los cucuruchos hasta arriba con grandes bolas. “Es que la gente ye muy llambiona”, señala entre risas Fernández. Su negocio da hoy empleo a una veintena de personas y también endulza fiestas, bodas y otros eventos.

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