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De guapo subido | 14 | RIBADESELLA

La villa más coqueta mantiene su esencia

Un entorno marcado por el Sella llena de orgullo al enclave histórico y señorial en el que mar y montaña conviven en armonía

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De guapo subido: Ribadesella, la villa más coqueta, mantiene su esencia IRMA COLLÍN

Carlos Cuervo –conocido popularmente como “El Tarteru”– es un riosellano de cuna, de esos a los que se les pone la piel de gallina hablando de “su villa”. Nacido en el barrio de pescadores, donde vivían también sus hermanos y su abuela, recuerda “como si fuese ayer” una niñez “donde no había Play Station” y se jugaba en la calle: “Nos juntábamos en la sede del gallinero, organizados por barrios, aprendíamos a nadar en el Regatón, íbamos a la Atalaya... Todo eso ahora ya no es lo que era y los niños están más tiempo en casa”. Pero pese a que los tiempos hayan cambiado, “El Tarteru” cree que “la esencia de pueblo” se mantiene intacta: “El entorno sigue siendo auténtico, este paisaje que combina playa y montaña no lo encuentras en ningún sitio”.

Mireya Pérez y Álvaro Vega muestran su amor con un beso en las escaleras de colores del barrio de El Portiellu. | Irma Collín

Mireya Pérez y Álvaro Vega muestran su amor con un beso en las escaleras de colores del barrio de El Portiellu. | Irma Collín

Actualmente, con 62 años, Carlos Cuervo regenta desde hace un cuarto de siglo la sidrería “El Tarteru” y afirma “no haber visto nunca tanta gente como este verano”. Su local se encuentra en frente de la lonja, donde trabajó cuatro años en los ochenta. “Aquí tenemos mil historias, pero Carlos nos abandonó”, bromeaba José Manuel Gutiérrez –que sigue trabajando en la rula, donde se mantiene la tradición pesquera y acaba de cerrarse la temporada del bonito–. Este año, catalanes y andaluces se han unido a los madrileños y los vascos como los turistas que más visitan “la villa.” Y es que el auge del turismo nacional tras la pandemia, la ha convertido en uno de los destinos favoritos de la costa cantábrica.

Para Diego Martínez, un joven que paseaba con su perra por la Atalaya, “las piraguas son algo importante pero secundario”. A él lo que más le gusta son “los paseos por un entorno que tiene vistas de todo”. Por otra parte, no le preocupa la gran afluencia de turistas, de los que tiene clara una estadística: “Que vengan los que quieran. No conozco a nadie que haya venido a Ribadesella y haya dicho que no le gustaba”.

Pero no se puede hablar de Ribadesella sin hablar de piraguas. Si no te emocionas con los versos de Dionisio de la Huerta que se leen antes del descenso, no eres un verdadero riosellano y a riosellano, es difícil ganarle al “Tarteru”. Como si de una película se tratase, el hostelero se erigió como un héroe para dar el pregón de 2021. “Yo solo estaba allí viéndolo, pero Borja –de la sidrería la Nansa– se emocionó y al final subí al balcón a dar yo el pregón. Fue todo improvisado”, confirmó. Esa vinculación con el Sella hace que para Ramón Álvarez –presidente de la Asociación de Campings de Asturias– “Ribadesella sea uno de los pueblos más coquetos de toda España”. Álvarez destaca también los servicios que ofrece la villa: “Se puede andar bien por ella y tienes todo lo necesario para vivir. Además, si buscas tranquilidad, en invierno puedes disfrutar igualmente del paisaje y no hay nadie”.

Ambiente durante el mercado de los miércoles en Ribadesella, con la iglesia de Santa María Magdalena al fondo. | Irma Collín

Ribadesella es mucho más que la fiesta de piraguas y el Descenso Internacional. Sus playas y tradición marinera se suman al patrimonio de todo tipo con el que cuenta el concejo. Sus atractivos van desde arte prehistórico como el de la cueva de Tito Bustillo a un patrimonio más humilde pero también digno de visita como la plaza de abastos o los mercados rurales. La arquitectura riosellana abarca distintas épocas, desde el románico con iglesias como Xuncu, al siglo XX con la parroquia de Santa María Magdalena, pasando por las casonas de los siglos XVII y XVIII, sin olvidar los chalés que se encuentran en primera línea de playa. Al etnógrafo Ramón Sordo lo que más le gusta son “los montes que se apretujan contra el mar”, que hacen que el paisaje sea muy especial.

Ribadesella es mucho más que piraguas: playas, tradición marinera y patrimonio de todo tipo

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En cuanto a la gastronomía, predomina la cocina marinera abastecida con los productos del vecino Cantábrico. Entre la materia prima, hay que destacar la «merluza del pinchu», llamada así por haber sido pescada con anzuelo y no con red, preservando intacta su fina textura. No le van a la zaga otros pescados como la lubina, el besugo, el «xáragu», el «pixín», el lenguado, la angula o los salmonetes, todos ellos habituales en la villa y sólo dependientes de la época de año o de la suerte de los pescadores. También hay que hablar del marisco local, de los percebes de los acantilados, de las «andaricas» (nécoras) y de los centollos de mar. Para rematar una comida en Ribadesella son una buena opción los licores y aguardientes que se destilan en este concejo. El aguardiente de sidra que elabora la bodega centenaria de “Los Serrano” recibió el reconocimiento a la calidad por parte de la Unión Europea.

Carlos Cuervo, “el Tarteru”, posa frente a la capilla de Santa Ana, ubicada en su barrio natal, el de pescadores. | I. C.

El encanto del pueblo se extiende a todo el concejo, algo que destaca la antropóloga Yolanda Cerra, a la que le apasiona “la belleza de la piedra caliza”. Su traza costera es muy estrecha, pero es ideal para realizar rutas y excursiones. La cueva de Tito Bustillo se lleva la fama, pero su masificación en verano, sumada a las restricciones de la pandemia, complican su visita en estos meses. Por suerte, existen otras opciones que también son dignas de visita como “la Cuevona” –que da acceso a la localidad de Cuevas del Agua– o la cueva de Pando –en la localidad que lleva el mismo nombre–. Otra de las opciones de ocio cada vez más demandadas son los campings, entre los que sobresale el de Vega, sobre todo por ser capaz de conservar un espectacular entorno natural.

Y por si todo fuera poco, la capital riosellana forma parte del Camino de Santiago del Norte, por lo que son comunes las visitas de peregrinos a capillas como la de Santa Ana, ubicada también en el barrio de pescadores. La villa, que ha visto nacer a varios personajes ilustres, tiene entre los más importantes al político Agustín Argüelles, el pintor impresionista Darío de Regoyos, el escritor Manuel Fernández Juncos o los hermanos Uría Aza –todos ellos artistas–. Y pese a haber nacido en Oviedo, la reina Letizia está muy vinculada al pueblo, del que eran naturales sus abuelos y donde pasaba gran parte de su tiempo libre desde que era niña. Ribadesella va sobrada de atributos para ocupar un puesto de lujo en el ranking de los pueblos más guapos de Asturias -ocupa el puesto 14- según la encuesta de LA NUEVA ESPAÑA con votación de cien asturianos. Pero en el corazón de los riosellanos, “su villa” siempre ocupará el número uno.

Aitana Cuervo sirve un culín frente a la sidrería El Tarteru. | Irma Collín

Aitana Cuervo sirve un culín frente a la sidrería El Tarteru. | Irma Collín

Cómo llegar

En coche, la Autovía del Cantábrico o A-8 es la forma más rápida de llegar a Ribadesella, con conexión directa desde Gijón, e incorporándose a través de la A-64 desde Oviedo. En transporte público hay cinco autobuses diarios desde Oviedo y ocho desde Gijón. Mientras que el tren es el medio de transporte más lento, pero el que permite disfrutar de mejores paisajes. Cuatro servicios diarios de FEVE cubren el recorrido entre Oviedo y Ribadesella, con una duración del viaje de 2 horas y 10 minutos.

No perderse

Son imprescindibles las vistas desde la ermita de la Guía, la Atalaya, los acantilados del Infierno, la plaza de abastos y la playa de Vega y sus alrededores. Los que viven allí, destacan también los paseos, ya sean por su casco urbano o por el entorno rural del concejo. Otro de los atractivos de Ribadesella son sus cuevas, entre las que destaca Tito Bustillo por sus pinturas rupestres, pero también otras menos concurridas como “La Cuevona”. También cabe destacar su arquitectura indiana, que complementa a la ruta de los molinos, los hórreos y las paneras.

Qué dicen

Ribadesella fue uno de los puertos más importantes del norte en el siglo XIX. Estaba dividido en tres zonas. El Muellín –junto a lo que hoy es el hotel Marina– servía como fondeadero de barcos de pasaje y para descarga de maderas. El «Alcantarillón» –junto a la capilla de Santa Ana– era el muelle pesquero; y el Muelle, que iba desde la Ribera hasta el paseo de la Grúa, era usado para carga y descarga de minerales.

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