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Campeonato Oficial de Escanciadores de Asturias

A Wilkin no hay viento que lo pare

El camarero dominicano obtiene la mejor puntuación en la quinta fase del campeonato de escanciado de la Fiesta de la Sidra de Gijón

Wilkin Aquiles, escanciando. | Ángel González

Postura recta, pero sin forzarla demasiado para que parezca relajada. Estirar el brazo, pero sin doblar la muñeca dejando que el chorro caiga por sí mismo y, por supuesto, sin mover la botella o el vaso. Hay que agarrar este último por las yemas de los dedos, y no permitir que la mano que sujeta la botella tape la etiqueta. El tiempo y las cantidades también se tienen en cuenta. Toda esta mecánica, que bien podría confundirse con una lección de ballet, es la que un escanciado de sidra perfecto debe seguir. Por rozar esa perfección compitieron los 38 participantes que tomaron parte en el concurso de escanciado gijonés, perteneciente al Campeonato Oficial de Escanciadores de Asturias. En esta quinta prueba del certamen regional, Wilkin Aquiles volvió a alzarse como ganador frente al resto de veteranos que se disputan el podio año a año, como Salvador Ondó, Pablo Álvarez o Pablo Suárez. Sin embargo, ni siquiera esta victoria con 127,7 puntos sirve al dominicano para relajarse. “Hoy soy primero, pero cuidado con mis compañeros”, advierte. El camarero en la sidrería La Avenida se mostró autocrítico al explicar: “Me puse a pensar mucho y las medidas no me salieron como deberían”. Y es que los nervios están a flor de piel cuando se juega en casa.

Saúl Moro Palacio, coordinador del campeonato regional, midiendo la cantidad de sidra en cada culín durante la competición del Botánico. | Ángel González

Bien lo sabe el segundo ganador en este escanciado de la Fiesta de la Sidra Natural, Salvador Ondó, trabajador en la sidrería El Mallu. Al cuatro veces campeón regional le traicionó, igual que a su compañero, la emoción de competir en Gijón. Ganó un segundo premio que le supo a poco. “Arranqué un poco rápido, y una vez que te pasa eso ya te condiciona todo el escanciado”, comentó. A ambos los acompañó en el podio general, Pablo Álvarez, de la sidrería Alberto de Oviedo.

En la categoría local, los premios se repartieron entre Alejandra Venegas, tercera clasificada y camarera en La Montera Picona; Víctor Borge, de la sidrería La Fueya de Tomás; y Humberto Rey, ganador que participó de forma independiente.

El nerviosismo también se palpaba entre el grupo restante de escanciadores, que se caracterizó, en esta edición, por contar con algún que otro rostro nuevo y mayor presencia femenina que el verano pasado, en el que solo participaron dos mujeres. Ejemplo de novato fue Ángel Migoya, trabajador en La Avenida. El hostelero, que de primerizo no tiene nada, lleva 22 años de su vida tirando culines de sidra todos los días. Por eso, para él, el concurso consistió en “hacer lo mismo de siempre”. Su longevidad en el sector avala esa seguridad que mostró al escanciar su culin de participación. “Lo hago a oído, no necesito mirar al vaso, así que la mascarilla no es ningún problema”, confesó. Al participante no le alteró ni el viento del Este que condicionó ayer la tarde de competición en el Jardín Botánico. Ni siquiera la panera en la que se refugiaron estos aficionados a la sidra evitó que se cayese al suelo uno de los trofeos a repartir. Sin embargo, al escanciado perfecto no hay viento que lo pare.

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