Eliá Barceló vivirá un momento especial. Cumple un cuarto de siglo de presencia en la Semana Negra. La escritora alicantina acerca su última novela «Muerte en Santa Rita». Una presentación que tendrá lugar el próximo martes a las 19.00 horas.

–¿Cuánto se necesitaba volver a la Semana Negra de siempre, sin aforos reducidos ni limitaciones?

–¿Hay noria?

–Sí, ya está todo lo de siempre, solo falta el “Tren Negro”.

–Bien, que alegría. Lo necesitábamos mucho. Para mi la noria significa mucho de todo eso, de alegría, de libertad y de verano. La Semana Negra es la perfecta combinación de lo intelectual con lo sensual. Uno come, compra libros, habla de literatura, se sube a la noria y se toma una caipiriña. Nos hacía falta mucho eso, saber que la gente está ahí. Y para mí mucho más, que cumplo 25 años en la Semana Negra, es algo muy especial.

–En la pandemia hubo un repunte de la lectura. ¿Se sigue notando?

–Sí. La lectura es uno de esos bichos que se mete dentro y es para siempre. Además la lectura tiene tanta amplitud, puedes tener tantas cosas diferentes, que tú no puedes decir, no me gusta la lectura. De algún estilo te tiene que llamar, porque es comunicación y un refugio y una posibilidad de escapada, de irte a otro sitio, de que te sacudan, te hagan llorar y reír. Ahí está todo.

–¿Qué tiene de especial “Muerte en Santa Rita”?

–Normalmente cuando escribo en una novela lo ambiento en la época actual. Pero no pude ponerla en 2021, para que no existiese la pandemia ni la gente llegase mascarilla. Se ambienta en 2017. Es una novela criminal, con su puntito a lo Agatha Cristie, que es una novela negra, pero de colores, mediterránea, donde se le da mucha importancia a la comunidad, la solidaridad, a las flores, los árboles o la buena comida. Es muy sensual. Me había cansado como escritora de tanta novela nórdica, y de tantos policías depresivos, y de tantas obsesiones en pleno invierno. Pero aquí matamos como cualquiera, pero a la luz del sol y con más alegría.

–¿Por qué decide ambientarlo en su Alicante natal?

–Llevo muchos años viviendo en Austria, que es un sitio muy bonito, pero cuando terminé el primer confinamiento y por fin me dejaron venir a España, llegué con muchas ganas de sol, alegría y poder moverme. Pensé que mi próxima novela no podía estar rodeada de fríos y oscuridades, sino que tenía que pasar aquí. Surgió el huerto de Santa Rita, donde vive toda esta gente, en un jardín que cuidan con muchísimo amor.

–¿Es trasladable esa vida de comunidad que plantea a nuestro día a día o es algo utópico?

–Por un lado nuestra vida cotidiana en España es mucho más social que la austriaca, mucho más alegre. Nos gusta mucho salir a la calle. No conozco ningún otro país que desayuna fuera de casa. Eso es una cosa increíble. En España casi todo el mundo desayuna fuera. Nos gusta reunirnos a cualquiera hora, intercambiar opiniones y discutir. Lo utópico es que es una comunidad de gente, de edades variadas, desde estudiantes de 20 años a la dueña, que va a cumplir 93. Todos viven juntos, se ayudan y se pelean de vez en cuando. ES como una familia elegida.

–Da mucha importancia a mantener la intriga y el misterio sin caer en lo fácil, de mostrar tripas y carne. ¿Es un reto crear esa atmósfera con más tacto?

–Para mí es al revés. El reto sería poner más cochinadas y más sangre. Si tengo que hacer una escena de una tortura, en la que pasan cosas brutales, ahí si que me tengo que atar los zapatos, y decir venga tú puedas, esto se puede así. Pero para apuntar cosas divertidas, misteriosas, secretos en el pasado, eso me sale muy bien, forma parte de mi personalidad básica. Es mi forma normal de escribir y comunicarme.

–¿Habrá saga de “Muerte en Santa Rita”?

–Hasta ahora casi todas mis novelas son únicas. En “Santa Rita” cuando empecé pensaba en una, pero había tanto que contar, con tantos personajes con historias chulísimas, y el balneario que tiene 150 años y también han pasado muchísimas cosas, y me decidí hacerlo en una sola. Ya tengo pendiente solo los últimos detalles de la segunda. Y la tres y la cuatro la tengo en la cabeza.