Eran las 8 y media de la mañana del sábado, el día señalado, el de les Piragües. La cafetería Tropical de la calle Argüelles de Arriondas no daba abasto: cafés, cervezas, bocadillos... Lo que hiciera falta para reponer las fuerzas de los cientos de piragüeros que continuaban con la juerga de la noche anterior. Aún era temprano, pero la capital de Parres empezaba a abarrotarse de asturianos y turistas venidos en coche, moto, autobús o tren.

Barbón y Revilla disfrutan de la fiesta ante la mirada de Salvador Illa, ayer, en Arriondas.

En la ancha calzada cortada al tráfico y en los bares, grupos de familias y amigos se reencontraban por fin en una fiesta que llevaban dos años sin poder celebrar. Y regresó con especial fuerza, con «ambientazo», especialmente para familias y niños. Sobre los cuellos, collares de flores; sobre las cabezas, sombreros y monteras; y en muchas espaldas, la cruz de Asturias y los escudos y colores de las diferentes localidades que abrazan el río Sella. En ese ambiente festivo, Ana Sánchez y Marta Mayo se reunían con sus amigas en su primera parada del día antes de desembocar en Ribadesella, haciendo así el mismo trayecto que recorrerían lo palistas: «Todos estábamos deseando que llegara este día. Nunca hemos perdido el sentimiento piragüero, ni siquiera en la pandemia. Hoy el ambiente es espectacular».

A las diez de la mañana, el casco urbano de Arriondas se había convertido en un auténtico festival donde apenas había espacio para cruzar la calle. Desde las ventanas engalanadas con la bandera de Dionisio de la Huerta se asomaban los privilegiados que tenían una vista envidiable. Las miradas puestas en el gran desfile que llenó de música y color un ambiente que ya respiraba folixa por todas partes.

Los Tritones con su particular actuación.

Como un carnaval de verano, las peñas del Río Sella –con mayores, jóvenes y niños– desfilaron por la avenida principal bailando y cantando. Los Tritones de Infiesto, Entaína de Ribadesella, Botijos de Cangas de Onís y Selleros de Arriondas exhibieron con creatividad y jolgorio su esencia piragüera tras dos años de parón de pandemia. En la fiesta no faltaron los ultras de Las Piraguas, los vencedores del Sella, el dios Neptuno, los monarcas de Asturias, animales mitológicos asturianos, gigantes y cabezudos, Pinón y Telva, el propio Dionisio de la Huerta y una carroza en homenaje a «El Mole», el recientemente fallecido presidente del colectivo de Cangas de Onís. Tampoco los bailes regionales del Grupo Cultural Covadonga y las gaitas y tambores de la Banda de Xixón. Los de Piloña serían los últimos en marchar, los herederos de los primeros guardianes del Sella mostraron su tradicional coreografía guerrera levantando sus tridentes y gritando con fuerza. Los aplausos y los vítores se contagiaban a lo largo del desfile. «¡Que bote Barbón, que bote Revilla!». Desde el palco de autoridades los presidentes del Principado y de Cantabria no pudieron evitar pegar unos botes ante el reclamo de los asistentes. La comitiva siguió su particular romería hasta el puente desde donde saldrían los participantes de la prueba deportiva.

Al filo del mediodía, la fiesta se trasladó al río Sella. Miles de personas coreaban el «Asturias» de Melendi y, como no, el de Víctor Manuel mientras esperaban la inminente salida de los palistas en el puente Emilio Llamedo y a ambos lados del río. El calor empezaba a apretar y los más atrevidos, los del tridente en mano, se lanzaron al agua para refrescarse.

El momento más emotivo de la mañana corrió a cargo de Raúl Entrerríos, leyenda del balonmano y encargado de dar el pregón de la edición número 84 del Descenso Internacional del Sella. «Como deportista y, sobre todo, como asturiano es un privilegio poder ser el pregonero de uno de los momentos más especiales de Asturias y con tanta relevancia a nivel internacional», anunció. El covid también estuvo presente en las palabras de Entrerríos, quien hizo un llamamiento al disfrute y a dejar atrás la época de las distancias: «Han pasado tres años desde la última vez. Un tiempo que nos ha privado de nuestra gente y de nuestras fiestas. Disfrutemos por lo tanto de nuestra tierra, de nuestros amigos y familiares y del descenso del Sella».

«¡Guarde el público silencio!». Los tradicionales versos del pregón resonaron en todo el valle justo antes de que los piragüeros entonaran unidos el himno de Asturias. El cañón dio la señal de salida a piragüistas y piragüeros. Todos recorrieron el río, unos por el cauce y otros por carretera con destino Ribadesella. Muchos de ellos continuaron la fiesta en la villa riosellana, donde ya se respiraba desde horas antes también el ambiente.

En el puente de Ribadesella había cierta sensación de «menos ambiente» que en otras ocasiones, pero faltaba por llegar la riada de Arriondas, donde la atmósfera era «espectacular». En Ribadesella, sin embargo, había cierta tranquilidad antes de la llegada de la prueba. «Veo menos aglomeraciones que antes del covid. Espero que no haya ningún golpe de calor ni nada, aunque ya me han dicho que han prendido fuego a un vagón en Arriondas», contaba Francisco Santacruz, miembro de Protección Civil. Eso sí, personal de seguridad no faltaba. «Estuvimos hace unas semanas en los Sanfermines y aquí hay el doble o el triple de seguridad», confirmaba Pelayo Quevedo, que había llegado con amigos desde Santander.

En el Sella aterriza gente de todas partes de España, e incluso de fuera. Hay personas que desde los Alpes organizan sus vacaciones para tener libre este fin de semana. Es el caso de Jessica Buttner, que junto a su familia, todos franceses, planificaron todo para estar presentes en el Descenso. «Es algo muy conocido. Hay que venir al Sella una vez en la vida», contaba Buttner ante la incredulidad de sus hijos y pareja, que no entendían castellano. «Yo llevo viniendo mucho tiempo, me acuerdo que hace 20 años bajaba de Arriondas a Ribadesella en bicicleta siguiendo la carrera», recuerda la francesa, que ahora quiere inculcar esos valores a sus hijos. Algo similar quieren hacer Eukene Fernández y Aketza Lekerika con sus hijos Izei y Oinatz. Son de Bilbao, aunque los abuelos de Eukene nacieron en Ribadesella. «Las Piraguas es una fiesta perfecta para los críos. A mí me lo inculcaron desde pequeña y ahora quiero seguir con la tradición con mis hijos», explicaba. Y ayer la tradición renació.

«Es una fiesta perfecta para los críos»

Barbón, Revilla... y también Illa

El tándem Adrián Barbón y Miguel Ángel Revilla compartió escenario por tercera vez en la semana. Después de haber inaugurado juntos el camín de los Santuarios que une Asturias y Cantabria –las dos regiones que presiden– en Peñamellera Baja, y de haber compartido mesa, mantel y canto en Colombres (Ribadedeva) durante el Encuentro Hispano-Americano organizado por la Asociación de Amigos del Archivo de Indianos-Museo de la Emigración, ayer vibraron juntos en la fiesta del Sella. Con su habitual compenetración, botaron en Arriondas cuando se lo pidió la gente o cruzaron las barras hinchables que se repartían. Además, en esta ocasión se sumó a ellos un invitado más: Salvador Illa, exministro de Sanidad y líder del PSC. El político catalán no dudo en ponerse el collar de flores, al igual que los dirigentes del Principado y Cantabria , y vestir el tradicional chaleco. Illa acudió invitado por su compañero de partido Barbón, que le sugirió que disfrutase de la fiesta de Las Piraguas al enterarse de que iba a pasar unos días de vacaciones en el oriente de Asturias. A Illa le sorprendió la cantidad de gente que había en Arriondas, así como «la buena organización» y el «acogedor» ambiente.