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Atrapada en otro cuerpo

Diane Keaton.

Con canas y a lo loco, que toma su título español de la célebre comedia transformista de Billy Wilder con Marilyn Monroe, Tony Curtis y Jack Lemmon, es como una variación en clave femenina de Big, aquella comedia fantástica ochentera en la que un adolescente, cansado de que los mayores no le hicieran caso, encontraba la forma de convertirse físicamente en un adulto, aunque siguiera pensando y comportándose como un crío.

En el filme de Katie Aselton se trata de una escritora frustrada de 30 años que, debido a la gran conexión emocional con su moderna abuela, a la que vemos en las imágenes iniciales de la película ejerciendo una gran influencia sobre su nieta, desea tener ya los 70 años por causas distintas a las que esgrimía Tom Hanks en Big para hacerse mayor de golpe.

La chica ve también colmados sus deseos, aunque pronto percibe que una cosa es el anhelo y otra, muy distinta, es la realidad. La joven Elizabeth Lail pasa a ser la Diane Keaton actual, y las imágenes edénicas y mitificadas que tenía de aquellas señoras mayores charlando amigablemente frente a un plato de tortitas, embutidas en acogedores jerséis de lana, no se corresponden con la situación fantástica que empieza a afrontar dentro de un cuerpo más envejecido. La protagonista se siente una mujer de 70 años atrapada en un cuerpo de 30.

Tras un experimento que sale mal durante un fin de semana de despedida de soltera, renace como una mujer de 70 que quizá desea volver a tener los 30. En ese proceso se instala una comedia nada gamberra que reflexiona, sin demasiado compromiso, sobre las brechas generacionales.

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