Macrofestivales, un negocio de 459 millones, a 1.000 euros por asistente

Las marcas, sobre todo de bebidas, no han tardado en ver el filón publicitario que supone promocionar una de estas citas multitudinarias, con rentabilidades para los promotores de entre el 5% y el 15% de la inversión 

EN IMÁGENES: así fue el último día del Boombastic

EN IMÁGENES: así fue el último día del Boombastic / Xavi Torrent / Javi Bragado

Xavi Torrent

No hay verano sin festivales. Son millonarias las cifras que mueven cada año y que se encargan de certificar la incuestionable implantación de estos multitudinarios eventos en España. Los cerca de 900 que se celebraron el año pasado generaron una facturación de más de 459 millones de euros, lo que supone un incremento del 20% respecto a 2019 (último año antes del covid). Este verano, además, se prevé de récord. Y los expertos esperan que la música en directo continúe in crescendo, hasta alcanzar los 508 millones generados por la celebración de festivales en 2025.

Asturias se fue sumando en los últimos años a esta moda. Tras el ya veterano Metrópoli, en Gijón se fueron sumando el Euro Ye-Yé, el Gijón Life o el Tsunami. En la comarca de Avilés están el Reggaeton Beach Festival, el Ewan, la Grapa o el Luanco al Mar. En el Oriente están el Riverland o el Aquasella. En el Suroccidente, con un estilo más alternativo, está el_Prestoso Fest. Pero el mundo de los festivales dio un gran giro en Asturias con el Boombastic, que se celebró en Llanera por primera vez el pasado verano. En la segunda edición, el pasado fin de semana, reunió a 165.000 jóvenes en tres días de música y diversión sin incidentes.

Las rentabilidades de estas citas suelen ir del 5% al 15% de la inversión, según afirma el profesor de Industrias Culturales y Creativas de Esade José María Álvarez de Lara. «Rara vez los ingresos vienen de subvenciones directas de las administraciones», sostiene. Y estima que, de media, cada persona que acude a un festival promueve directa o indirectamente unos ingresos aproximados de 1.000 euros.

Dos casos impactantes

Los macrofestivales se muestran reacios a hablar de cifras económicas. Mad Cool, el gran acontecimiento madrileño, ha declinado conversar para este reportaje. Dicho evento generó un impacto económico en la Comunidad de Madrid que ya ascendió a 53 millones de euros en 2019, cuando reunió a 186.128 personas. Este año se han alcanzado los 310.000 asistentes. Haciendo una estimación, si un abono para asistir a los tres días que dura se puede conseguir a partir de 195 euros por persona (aunque se venden pases de día a partir de 85 euros y también pases vip por más de 480), el festival podría haber sumado ingresos por valor de 60,5 millones de euros solo con la venta de entradas. Más impactante es el caso del Primavera Sound de Barcelona, que ha acogido en su última edición a 500.700 asistentes.

Es destacable, además, el caché de los artistas que conforman estos macrofestivales, que en algunos casos ya sobrepasa el millón de euros. En este sentido, el periodista Nando Cruz, autor del recientemente publicado «Macrofestivales: el agujero negro de la música» (Península), augura que estos cachés no tardarán en alcanzar los tres millones de euros, como ya está pasando en Estados Unidos. Lo describe como una «inflación imparable» y añade que este modelo no es, en ningún caso, sostenible.

El paraíso de la cerveza

Ni verano sin festivales, ni festivales sin cerveza. Ambos mundos se cogen estrechamente de la mano: el primero, imprescindible en los planes de los jóvenes –y no tan jóvenes–, dispara las ventas y la visibilidad de la bebida alcohólica más aclamada. Y esta, a cambio, se ha convertido en su patrocinadora favorita.

Las marcas de bebidas ya concentran el 79% de los acuerdos firmados con los festivales, según el informe «Oh Holy Festivals! 2023», elaborado por IPG Mediabrands. Por ejemplo, las cervezas de Estrella Damm tienen unos 70 acuerdos musicales y culturales con festivales celebrados en ubicaciones de alrededor del arco mediterráneo y Madrid. Esos eventos representan, de hecho, el 70% del total de citas que la marca patrocina. Aunque salen baratos: solo acaparan el 30% del presupuesto total en patrocinios. Los deportivos –fútbol, baloncesto, tenis, pádel– «son menores en número, pero de mayor importe; los festivales son muchos más, pero el importe total es inferior». Porque los deportivos tienen mucha visibilidad, se transmiten en directo por televisión. El retorno en ese caso es mayor, y la inversión, también.

«Los festivales nos permiten acercarnos al consumidor en un entorno de ocio, distendido. No podríamos conseguir este punto de conexión de ninguna otra forma», sostiene el director de patrocinios de Estrella Damm, Jofre Riera. Por eso, su apuesta por los festivales es «a largo plazo». Damm no interviene en la venta en el festival, sino que este la compra a través de un distribuidor que negocia un precio teniendo en cuenta el patrocinio. Pero participando en estas citas, «incrementa la notoriedad de la marca».

Tan correlacionados están los festivales con las marcas de cerveza, que Mahou ha ido más allá y ha anunciado recientemente la compra del 51% de Mad Cool Events para explotar el recinto del Mad Cool. Damm, la otra gran patrocinadora, ha negado tener la intención de hacer algo parecido en el futuro.

Festivales y conciertos eligen espacios especiales para darle un toque de sofisticación a sus propuestas. Así el Prestoso Fest se anuncia como el festival de música independiente «en el paraíso natural». El Songs for an Ewan Day se celebra en el bosque del Agüil, en Salinas (Castrillón) buscando una comunicación especial entre la naturaleza y la música. El Boombastic no busca naturaleza. Aquí la opción es por Llanera, en el centro del centro de Asturias, para facilitar el acceso de los miles de jóvenes que acuden cada año. 

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