Un estudio de dos científicos argentinos alerta de que se han dejado de tener noticias del 25% de las 20.000 especies de abejas que hay en la Tierra desde los años 90. La investigación confirma el fuerte declive que sufren estos insectos, fundamentales para la alimentación humana.

El ‘Apocalipsis de las abejas’ no es ningún argumento de ciencia ficción ni ningún titular alarmista: describe una realidad. Desde hace poco más de veinte años, los investigadores están detectando una disminución drástica y sin precedentes de las poblaciones de abejas, tanto domésticas como silvestres, en todo el planeta.

Ya en 2008 un estudio de la Asociación Británica de Apicultores alertó de que la población de abejas en su país se había reducido en un 30%. En Estados Unidos se informó de una caída del 43% en 2010 y del 35% en 2019. Las repercusiones sobre la agricultura son directas y estas bajadas provocaron incluso fuertes aumentos en el precio de algunos productos, como las almendras.

Sin noticias de 5.000 especies

Sin noticias de 5.000 especies Un estudio elaborado por los biólogos argentinos Eduardo Zattara y Marcelo Aizen, de la Universidad Nacional del Comahue (Bariloche), ha vuelto a aportar datos que no hacen sino confirmar esta tendencia. Y es que, después de una amplia y paciente recolección de datos, ambos científicos descubrieron que una cuarta parte de las 20.000 especies de abejas que se conocen han desaparecido de los registros públicos desde la década de los 90. Simplemente, ha dejado de consignarse su existencia desde entonces, porque no se han encontrado ejemplares.

“En las últimas décadas, se había informado sobre la disminución, tanto de la abundancia como la diversidad de especies de abejas a nivel local, regional y nacional en diferentes continentes, pero hasta ahora no se había realizado una evaluación a largo plazo de las tendencias mundiales”, explicó a la agencia Sinc Eduardo Zattara.

Para concluir que el 25% de las 20.000 especies de abejas podrían haber desaparecido en los últimos treinta años Zattara y Aizen usaron los datos de Centro de Información sobre Biodiversidad Global, una gran red internacional de bases de datos, que contiene más de tres siglos de registros de museos, universidades y ciudadanos particulares.

Este centro recopila datos acerca de todo tipo de vida en la Tierra, desde especímenes recogidos en los siglos XVIII y XIX hasta fotos compartidas por naturalistas en los últimos días y semanas.

“No afirmamos que el 25% de las especies de abejas conocidas se extinguieron, sino que no aparecen en los registros”, aclaró Zattara. “Vemos que hay una retracción generalizada. Las poblaciones de las abejas silvestres en su conjunto vienen disminuyendo en abundancia. Y eso hace una especie sea más difícil de encontrar y registrar. Nuestra interpretación es que esto refleja una situación de estrés en la biodiversidad. Todavía no es un cataclismo de abejas, pero lo que podemos decir es que las abejas silvestres no están prosperando”, añadió en sus declaraciones a la misma agencia.

Los responsables habituales

Los responsables habituales En cuanto a los responsables de esta drástica bajada tanto de individuos como de especies, el científico argentino lo tiene claro: “Los verdaderos responsables de este declive son los sospechosos de siempre. El avance de la frontera agrícola, la urbanización, la introducción de especies invasoras y los eventos extremos provocados por el cambio climático. Se alteran los patrones de floración. Al estar tan conectadas con su ambiente, las abejas son muy sensibles a estas modificaciones”.

Se ha alertado también, entre los factores que explican este declive, el uso de un insecticida para cultivos muy dañino para las abejas: los neonicotinoides, potentes agentes neurotóxicos que atacan el sistema nervioso central de las plagas vegetales y que, en altas dosis, matan a las abejas, y en dosis más reducidas deterioran sus capacidades cognitivas.

El problema es que la desaparición de las abejas no es sino el inicio de una cascada de efectos ecológicos que, cómo no, terminarán afectando al hombre. Y es que la humanidad puede estar a las puertas de una crisis de polinización. “Esta crisis afectará a la reproducción de miles de especies de plantas silvestres y de cultivos muy dependientes de los polinizadores, en especial frutales”, advierten los autores del informe.

En este enlace tienes más información sobre el declive de los insectos en general.