La luz artificial, útil para la actividad humana durante la noche, está empleándose de forma cada vez más excesiva y desmesurada. La contaminación lumínica perjudica a las especies silvestres y a la propia salud humana, además de borrar las estrellas del firmamento. Un estudio demuestra que también afecta a la polinización no solo durante la noche, sino también durante el día.

Más del 80% de la población mundial vive actualmente bajo un cielo contaminado por luz artificial. En torno al 20% de la superficie terrestre, sin incluir la Antártida, está sometida a una suerte de ‘niebla luminosa’ que ilumina artificialmente la oscuridad propia de la noche en aquellos lugares habitados por humanos, según el Nuevo atlas mundial de brillo artificial del cielo nocturno.

Un artículo de Christopher Kyba y otros investigadores europeos y norteamericanos sobre la extensión de la superficie de la Tierra iluminada artificialmente durante la noche, publicado en la revista Sciencie Advances (2017), estima que esas áreas sometidas a emisiones directas de luz artificial se expanden entre un 2% y un 6% al año, mientras que las zonas que ya están iluminadas seguirán ese mismo ritmo volviéndose aún más brillantes.

Este aumento de la contaminación lumínica es una de las formas modernas y generalizadas de alteración ambiental en los ecosistemas; sus efectos son cada vez más heterogéneos y tienen ya un gran impacto en procesos naturales de distinta índole.

Un grupo de investigadores del Departamento de Agroecología y Medioambiente de Agroscope (Zürich), la Universidad de Zürich y la Sorbona de París apunta ahora como nueva víctima de las noches artificialmente iluminadas a la relación que hay entre las plantas y sus polinizadores.

La polinización es un proceso fundamental en la reproducción de las plantas. Un agente animal, como los insectos o algunas aves (aunque bien podría serlo también el viento o la lluvia), se encargan de trasladar involuntariamente el polen desde el estambre de una flor al estigma de otra, permitiendo así la fertilización.

Esta estrecha relación entre las plantas y sus polinizadores se ha visto trastocada no solo durante las noches en las que la oscuridad natural queda anulada por puntos de luz artificial, sino que ese trastorno se mantiene durante el día, como señala esta investigación, publicada en la revista Nature Communications. Sus autores han analizado más de 2.384 interacciones diurnas entre los vegetales y tres órdenes de insectos diferentes: himenópteros (abejas, avispas), dípteros (moscas) y coleópteros (escarabajos).

Al iluminar (intencionadamente) por la noche con farolas LED comerciales media docena de prados, se detectó que en casi el 20% de las especies de plantas hubo una alteración del número de visitas de los polinizadores durante el día, reduciéndose en la mayoría de los casos, aunque también hubo algún incremento en alguna especie aislada. Por otro lado, los propios insectos presentaron diferentes respuestas al tratamiento con luz.

Según los investigadores, hay diferentes factores indirectos que explican esta alteración en el proceso de polinización. Por un lado, la luz artificial nocturna modifica la expresión de los rasgos florales y afecta a sus procesos fisiológicos relacionados con la sincronización estacional y diaria de las plantas. Alguno de estos rasgos sería, por ejemplo, la emisión de olores, que tiene patrones muy marcados durante el día.

“Nuestro tratamiento con luz podría haber modificado la expresión de rasgos florales con consecuencias para las interacciones planta-polinizador durante el día”, sostienen los investigadores, que contemplan también una alteración en la herbivoría, es decir, la relación de depredación existente entre animales y plantas debido a la presencia de luz.

Se ha detectado que la luz artificial puede provocar también un endurecimiento de las hojas de la planta y disminuir el rendimiento de los herbívoros, aunque también hay constancia en estudios anteriores de que la luz puede contribuir a que exista una mayor presencia de estos animales. Por ello, existen evidencias tanto de que la herbivoría nocturna incentiva como disminuye el trabajo de las abejas y otros polinizadores durante el día.

Por el contrario, los puntos de luz durante la noche implican una paralización de la actividad de los polinizadores que suelen trabajar de noche, por lo que el néctar de las flores no se agota e incentiva a los vectores diurnos, aumentando el número de sus visitas.

“Las consecuencias de la luz artificial durante la noche no se limitan a la noche, sino que también pueden propagarse al día, al alterar la interacción de las especies y potencialmente las funciones del ecosistema que dependen de ella, como la polinización. Esto es alarmante, dados los muchos factores estresantes del cambio global que ya experimentan los polinizadores diurnos”, concluye el estudio.

Referencias:

https://www.nature.com/articles/s41467-021-22011-8#citeas

https://advances.sciencemag.org/content/3/11/e1701528

https://advances.sciencemag.org/content/2/6/e1600377

Te puede interesar: Contaminación lumínica: ¿Por qué es malo el exceso de luz artificial?

Te puede interesar: Investigadores piden que la luz artificial se considere como forma de contaminación