El canto de los pájaros, el rumor del bosque, el runrún de la lluvia, el silbido del viento, la cadencia de las olas… Los sonidos de la naturaleza generan reacciones muy poderosas en los seres humanos. Son fuente de inspiración de música y poesía (por ejemplo, la Sinfonía pastoral de Beethoven) y han sido capaces de proporcionar el simbolismo que inició el movimiento ambientalista (por ejemplo, el mítico libro ‘Primavera silenciosa’, de Rachel Carlson). Un estudio realizado en Estados Unidos por investigadores de ese país, Canadá y Nueva Zelanda ha identificado los importantes beneficios de los sonidos de la naturaleza para la salud y el bienestar.

Primero, la definición. ‘Paisajes sonoros’ son la colección de sonidos percibidos en un entorno, incluidos los de fuentes biológicas (por ejemplo, el canto de los pájaros), sonidos geofísicos (por ejemplo, la lluvia y el viento) y los sonidos antropogénicos (como el ruido de la carretera y el tráfico aéreo).

El estudio titulado ‘Una síntesis de los beneficios para la salud de los sonidos naturales y su distribución en los parques nacionales’, que encabeza la bióloga canadiense Rachel T. Burton, subraya que “la exposición (a los sonidos naturales) mejora los resultados de los partos, las tasas de mortalidad, la salud mental y el estrés, el rendimiento cognitivo y la tasa de una miríada de enfermedades”.

Pero los paisajes sonoros naturales están cada vez más amenazados debido a la rápida pérdida de organismos productores de sonido, como los pájaros, cuya población ha caído drásticamente en los últimos años en todo el mundo, y a la intrusión de ruido provocado por el ser humano.

La contaminación acústica provoca “cambios en el comportamiento, la fisiología y la aptitud de la vida silvestre”. Cambios que pueden alterar “el funcionamiento del ecosistema, alterando aún más el entorno acústico natural”.

Para los humanos, el ruido contribuye a múltiples problemas de salud, que incluyen pérdida de audición, efectos fisiológicos no auditivos, mayor incidencia de hipertensión y enfermedades cardiovasculares y altos niveles de molestia y estrés.

De ahí que los autores del estudio resalten que la conservación de los paisajes sonoros naturales es “una prioridad creciente” y “una oportunidad para reforzar la salud pública”. Y defienden en consecuencia que deben ser gestionados “como un recurso natural”.

Los resultados del estudio indican que los sonidos de la naturaleza mejoran la salud, aumentan las emociones positivas y reducen el estrés y el malestar (enfado, irritación, enojo…).

Estos beneficios se notan especialmente en los parques nacionales, áreas que gozan de la máxima protección ambiental, pero también en algunas zonas urbanas.

Así, a pesar de que el sonido antropogénico es mucho más abundante que en la naturaleza, en los parques urbanos con presencia de vegetación y especies animales se advierten beneficios en la salud de los visitantes. Luego pueden “reforzar la salud pública al resaltar y conservar los paisajes sonoros naturales”.

Tres tipos de sonido natural

De los tres tipos de sonidos naturales (pájaros, agua y mixtos), el estudio concluyó que los sonidos del agua son los más beneficiosos para la salud y las emociones positivas, mientras que los sonidos de los pájaros tienen mejores efectos para aliviar el estrés y el malestar.

Los sonidos naturales generan incluso mayores beneficios que el propio silencio en materia de salud y emociones positivas, aunque la ausencia de sonido también es muy beneficiosa para reducir el estrés y el malestar.

Pero, ¿por qué los sonidos naturales tienen estos efectos positivos en la salud humana? Los investigadores explican que proporcionan “indicaciones de seguridad” y sugieren “un mundo ordenado sin peligro”, lo que permite “el control de los estados mentales, la reducción del comportamiento relacionado con el estrés y la recuperación mental”.

Por el contrario, la ausencia de esos “indicadores de seguridad naturales en el entorno acústico” puede provocar en el ser humano estados de “vigilancia” y de “alerta”.

En los ámbitos urbanos, los sonidos del agua enmascaran el ruido y aumentan el agrado y las percepciones positivas, mientras que el canto de los pájaros mejora el estado de ánimo, disminuye el estrés causado por el ruido y genera placer y placidez.

Un recurso que debe protegerse

“Los paisajes sonoros naturales representan recursos importantes que deben protegerse y mejorarse para obtener beneficios tanto ecológicos como sociales”, subrayan los científicos, que proponen impulsar programas innovadores, como “caminatas sonoras” o “excursiones cuyo propósito principal sea escuchar”.

La conservación –y restauración allí donde sea necesario– de los sonidos de la naturaleza se hará más importante a medida que pase el tiempo, ya que las poblaciones humanas se urbanizan cada vez más, así que experimentar paisajes sonoros ricos en sonidos naturales sin ruido se volverá “cada vez más excepcional e importante para mejorar la salud”.

“Por lo tanto, la conservación de paisajes sonoros en parques y otros espacios verdes urbanos tiene múltiples beneficios, incluida la preservación de conexiones importantes con la naturaleza, el fortalecimiento de la conservación de la biodiversidad y el refuerzo de la salud pública”, concluye el estudio sobre los beneficios de los sonidos de la naturaleza.

Estudio de referencia (en inglés): https://www.pnas.org/content/118/14/e2013097118

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