Tan solo siete parejas de águila pescadora (o guincho como se la conoce en las islas Canarias), sobreviven aún en algunos acantilados marinos del archipiélago. Las actividades de ocio turístico, la mayor afluencia de personas a senderos cercanos a las zonas de nidificación, la amplia red de tendidos eléctricos o la construcción sin freno de parques eólicos están detrás de su lenta pero progresiva desaparición. Ahora, el Gobierno de Canarias trabaja a contrarreloj junto a un grupo de ornitólogos para salvar a las últimas águilas pescadoras de la extinción.

“Se trata de especies amenazadas que enriquecen la biodiversidad y el patrimonio natural del archipiélago”. Así lo ha expresado el consejero responsable de la Consejería de Transición Ecológica del Gobierno de Canarias, José Antonio Valbuena, quien ha defendido la importancia de llevar a cabo iniciativas para evitar su desaparición.

Según los últimos datos publicados, el estado actual de la población del guincho en Canarias es muy precaria, puesto que solo existen siete parejas repartidas entre el islote de Alegranza, Tenerife y La Gomera.

Hay también varios ejemplares solitarios en dichas islas e islote, incluyendo Montaña Clara y Lanzarote, como explica el ornitólogo Felipe Siverio, pero resulta difícil emparejarlos cuando todo lo demás está en contra.

La ejecución de este proyecto, cofinanciado por el Programa Operativo FEDER Canarias (2014-2020), se ha encargado a los ornitólogos Felipe Siverio, Beneharo Rodríguez y Manuel Siverio, actualmente afiliados al Grupo de Ornitología e Historia Natural de las Islas Canarias (GOHNIC) y reconocidos en el campo de la ornitología canaria.

Además, para la realización de determinados trabajos en las diferentes islas, también se cuenta con la colaboración temporal de varios expertos en avifauna.

Hasta ahora, lo que han hecho es realizar un censo actualizado de la especie, así como marcar e identificar a varios de los ejemplares canarios. Esto es un paso enorme en la conservación de la rapaz, pues hasta hace poco, en 2019, los investigadores denunciaban que sin un sistema de monitorización era imposible saber qué factores estaban empujándoles hacia la desaparición.

En este sentido, se está llevando a cabo el anillamiento y equipamiento con dispositivos de seguimiento remoto de adultos y pollos de águilas pescadoras durante los tres años de estudio, con la finalidad de obtener información sobre parámetros reproductivos y demográficos de la especie, así como los movimientos de los individuos.

De este modo, se podrá disponer de información relacionada con las zonas a las que suelen acudir para alimentarse las águilas pescadoras, el uso de su hábitat y sus movimientos. Esta técnica contribuirá a dilucidar aspectos ecológicos apenas conocidos en los guinchos canarios, lo que, a su vez, será una ayuda a la hora de implementar medidas para su conservación.

Una vez identificadas las zonas de uso, se determinarán y analizarán los eventuales puntos negros y factores de amenaza, lo que servirá para orientar la gestión de la especie en relación con la mitigación de los impactos negativos.

En las islas, por los indicios que se tienen hasta el momento, los principales riesgos para los guinchos están en las aspas de los aerogeneradores y en los tendidos eléctricos, pero no se descarta que las actividades humanas -especialmente las recreativas- estén causando molestias a las aves.

De hecho, los investigadores llevan años alertando de que el tráfico de embarcaciones, muy común en la vertiente sur de Tenerife, que es más turística, puede ocasionar una molestia durante la incubación y provocar que la hembra abandone el nido dejando los huevos sin cobertura.

En poco tiempo, esa orfandad puede tener un desenlace fatal, pues la insolación del sol literalmente «fríe» los huevos en cuestión de minutos. Otro problema que ocasiona la ida y venida de barcos es el obstáculo que suponen para cazar.

«Tras dos o tres días sin comer, los guinchos jóvenes se debilitan y acaban muriendo por inanición», señala Manuel Siverio, también ornitólogo y participante en este proyecto, que eleva hasta el 50% el porcentaje de mortalidad de estas aves durante su primer año de vida.

Y es que “perder un ejemplar ya es toda una desgracia”, como remarca Siverio. En el caso de colisiones contra tendidos eléctricos, una sola electrocución puede suponer la pérdida del 7% de la población total.

En menos de diez años, Canarias ha perdido la mitad de sus parejas de águila pescadora y el retroceso no parece tener fin.

Y es que, si a mitad del siglo XX se sospechaba que el número de parejas podía ascender a cincuenta en todo el archipiélago de Canarias, hace diez años ya eran solo catorce y en 2018 se contó la mitad.

Aunque los distintos equipos que han pasado por el Gobierno de Canarias han puesto en marcha distintas medidas de conservación, ninguna ha dado sus frutos. La información recabada puede suponer, por ello, un revulsivo para la vida de esta especie, dado que es el paso previo necesario para establecer un verdadero plan de recuperación.

Amenazas para el águila pescadora en Canarias:

Tendidos eléctricos. La incidencia negativa de este factor, que provoca la electrocución del ave, ha sido constatada en distintos lugares de la península ibérica y Baleares.

Las embarcaciones recreativas. Aunque hoy día con menos intensidad, generan molestias en las zonas de cría, ya que los guinchos instalan sus nidos en acantilados marinos..

-Se ha constatado la muerte de ejemplares por colisión con las aspas de los molinos eólicos.

Redes abandonadas en el mar. Se han localizado individuos atrapados en redes de captura.

-Los guinchos utilizan material desechable para construir sus nidos, lo que puede dañar a sus crías.

Microplásticos. Se enfrentan a la posibilidad de acumular en su organismo sustancias nocivas a través de la ingestión de microplásticos.

Foto principal: Beneharo Rodríguez

Te puede interesar: La Comunitat Valenciana recupera el águila pescadora, casi desaparecida de España