Los niños mimados de la moda europea tienen algo en común. Matarían por Dior, Balenciaga y Vionnet. No quiere decir que vivan anclados en el pasado. Los cachorros de la joven moda europea ya vuelan solos. No les va mal. El género masculino domina en las pasarelas. Es el caso del portugués José António Tenente, del español David Delfín, del francés Hedi Slimane y del austriaco Helmut Lang.

Tenente es el dandi de la moda portuguesa. Nació en Cascais en 1966. Tras estudiar en la Escuela de Bellas Artes de Lisboa, entró como becario en el equipo de Ana Salazar, pionera de la moda lusa. Firmó su primer desfile en 1989 y abrió tienda en 1990. Desde entonces, presenta sus colecciones en París, Barcelona y Lisboa. Ha sido nombrado comandante de la Legión de Honor por el presidente Jorge Sampaio y viste a populares fadistas como Ana Moura.

Allessandro Dell'Acqua, el discípulo aventajado de Gianni Versace, está considerado digno heredero de Valentino. Se inspira en las grandes damas del cine italiano: Sofia Loren, Anna Magnani, Monica Vitti? Su leyenda se ha forjado a golpe de alfombra roja. Es uno de los preferidos de las estrellas de Hollywood. Será por la rotundidad de formas de sus vestidos.

Dell'Acqua nació en 1962 en Nápoles, se diplomó en la Accademia di Belli Arti y ha ganado en dos ocasiones el premio considerado el «Oscar» de la moda italiana. En ocasiones, ha colaborado con la artista y fotógrafa norteamericana Vanessa Beecroft y logró que el gran Helmut Newton trabajara en la campaña publicitaria de su primer perfume.

La carrera de Hedi Slimane, director artístico de Dior Hombre, no pudo comenzar mejor. Le descubrió Saint Laurent, para quien diseñaba colecciones masculinas, Más tarde fue fichado por el grupo LVMH. Su concepción de la estética masculina se resume en esas siluetas estrechas que plagan las pasarelas actuales. Le gusta decir que su estilo es elegante pero sexy. John Galliano le adora. Por algo será.

El «decano» de la nueva hornada de genios es el austriaco Helmut Lang. Vio la luz en Viena en el año 1956. Llegó a la moda porque no encontraba pantalones y camisetas que le gustasen. Iba para economista, pero le atrapó el patronaje. Cultiva ese look «chic» y andrógino que dominó al final de la década de los noventa y que ha regresado esta temporada. Es uno de los padres del minimalismo. En sus desfiles hombres y mujeres marchan juntos. En 1999, sorprendió asociando su firma al grupo italiano Prada. Lang no le tiene miedo a nada.

David Delfín es otro valiente del dedal. Ha presentado modelos en Nueva York. Es un excéntrico con los pies en el suelo. Los cimientos de la moda europea están bien asentados.

El nuevo clasicismo no es apto para quienes padecen de «horror vacui». La clave es el blanco con un toque dorado. Sobre él pivota el peso de una decoración que incluye siempre una pieza importante, como el espejo veneciano de la imagen. No hace falta acudir a un anticuario. Existen suficientes imitaciones de calidad en las mueblerías y tiendas multimarca.

Freescale Smartbook es un tablet genérico y barato. Sus defensores aseguran que llegó antes que el Ipad de Apple y, también, es más barato. La tableta de Freescale cuesta unos 200 dólares (sobre 140 euros) en sus versiones más básicas.

El disco duro varia entre 4 y 64 GB de memoria flash. Si se quiere ampliar la capacidad de almacenamiento existe la posibilidad de hacerlo a través de la ranura de tarjetas micro SD que incorpora. Una pequeña pega es la limitada pantalla táctil de 7 pulgadas y 1024 × 600 píxeles de resolución, algo pequeña. En conectividad saca sobresaliente. Incluye Wi-Fi, Bluetooth y GPS.

El shatoosh es la alta costura hecha bufanda y mantón. Los privilegiados poseedores de una aseguran que da mil vueltas al cashmire o a las pashminas. Su precio en el mercado supera los 2.000 euros.

Su origen se encuentra en el pelo del antílope tibetano, también llamado chiru. El término «sha-tus» proviene etimológicamente de la unión de las palabras «shah» (rey) y «tus» (lana). Significa «los ropajes del rey». Y es que la lana shatoosh es la más suave y liviana que se conoce. Un chal auténtico pasa sin problemas por el agujero de un anillo.

Sobre el papel, el comercio de esta lana está prohibido desde 1979. Los antílopes tibetanos, que no pueden ser domesticados, están en peligro de extinción. A pesar de todas las prohibiciones, los chales de shatoosh en el mercado aparecen en todas las fiestas vip.