La Cabaña de Conce tiene movimiento desde primeras horas del día. A las once de la mañana, aproximadamente, vecinos de Santullano y otros que tiene allí su trabajo diario se acercan al bar de fachada blanca que se abre a la orilla de la carretera para tomar un café, un pinchu o las dos cosas y compartir charla, cigarrillo y noticias; unos, leyendo la prensa; otros, contándosela a los demás. Es un lugar animado, donde cerca del mediodía ya huele rico a poco que entras en el local. Posiblemente se debe a que Conce Álvarez Fernández ya está batallando en la cocina y ante los fogones, elaborando, por ejemplo, un buen pan con semillas, mezcla de trigo y centeno, esponjoso y atrayente, que pone de acompañamiento en sus comidas.

Santullano, donde abrió hace unos siete años esta cabaña culinaria y familiar, en la que se ejerce la cocina de pueblo, sabrosa y contundente, se asienta en un concejo donde los caminos que se cruzan hacen historia. Bien lo saben los peregrinos, que, partiendo de Oviedo en la primera etapa del camino primitivo a Santiago de Compostela, cruzan Las Regueras hacia Grado. Muchas de sus invisibles huellas permanecen en el puente de Gallegos, sobre el río Nora, cuando entran en Las Regueras.

Uno de los recorridos más bonitos, por el paisaje que lo viste, y antes de llegar con hambre a Santullano, es el que parte de Oviedo hacia Trubia y, sin entrar en ella, se desvía a la derecha por la carretera que lleva a Llanera y a Avilés en dirección a El Escamplero. Eso les permitirá acercarse a Priañes, bajar luego hacia San Pedro de Nora, con su preciosa iglesia prerrománica, y ya seguir a El Escamplero, para continuar, sin desviarse, siguiendo los indicadores de la carretera que llevan a Santullano.

Otra opción es por San Claudio, para continuar por la AS-234 hasta llegar ante la misma puerta de La Cabaña de Conce, un edificio sencillo, más amplio de lo que parece exteriormente, y donde las bondades de su comida y el respeto a la tradición de los platos asturianos hacen que aumente su clientela, y más cuando llega el fin de semana. Y, aún más cuando se habla del repollo relleno, su plato estrella. Conce recuerda con gracia que los inicios de su repollo no fueron, lo que se dice, optimistas. «Al principio la gente no lo quería, pero luego empecé a ponérselo como pinchito y ahora gusta tanto que hasta vienen de fuera para probarlo».

En la cocina, ayudada en ocasiones por sus hijas y su nuera, esta mujer de trato cercano y sonrisa cordial elabora otros platos que también cuenta con sus seguidores: el pote asturiano, el cabrito con patatines, el bacalao a la vizcaína, el bonito en rollo, los callos caseros o el cachopo a La Cabaña, «un poquitín distinto a los habituales, no digo más», matiza. En postres, su hija Patricia le recuerda que allí preparan, para que los golosos no se queden con hambre, un arroz con leche casero y tocinillo, además de su milhojas de fresas.

De igual forma, y si se les hace tarde porque están muy a gusto de sobremesa o bien tomando el café y el chupito en la pequeña terraza de este local asomado al verde más asturiano, no tengan miedo de que les cierre el supermercado. Allí mismo, en el bar, hay también una pequeña tienda donde no faltan lentejas, plátanos, huevos, harina, chorizos, leche, magdalenas y hasta chocolates ecológicos si se precisa. Conveniente llamar para hacer reserva. Cierra los lunes por la tarde.