Desde Tineo y Pola de Allande se llega, que diría el poeta, por caminos anchos pero también por carreteras de gran belleza que las nuevas vías de comunicación han ido relegando al olvido y por las que, actualmente, circulan mayormente los vecinos de las localidades que atraviesan. Éste es el caso de la AS-217, carretera perfecta para aquellos que gustan de conducir por secundarias y descubrir del paisaje cuando lo que importa no es llegar antes, sino disfrutar del camino que nos lleva. Desde el alto de Piedrafita, si se toma la dirección hacia Allande, el viajero se adentra en tierras vaqueiras y pasa por Santullano, El Peligro, Gera, San Facundo, San Félix, Ablaneda, Balbona y, finalmente, Pola.

Si acaso el hambre aprieta y lo que apetece es una comida casera en un bar de pueblo de toda la vida y atendidos por una guisandera amable, de buena conversación y con sobrada experiencia en los platos tradicionales asturianos, entonces hay que detenerse, y aunque el nombre nos eche para atrás, en El Peligro, y entrar en Casa Vicente. Allí, tras la barra, se encontrarán a Manuela Martínez Rodríguez, «Loli» para todo el mundo, que se ocupa de este local que su padre abrió hace cincuenta y tres años como tienda bar y donde, además de comer, beber y charlar, también tenían lugar los bailes gracias a una máquina de discos que, hoy silenciada, sigue ocupando su lugar en el bar, junto con un gran futbolín con jugadores del Madrid y del Barcelona.

Casa Vicente mantiene, en la entrada, su decoración de antaño y parece que entremos en un bar de los setenta hasta que pasamos al comedor, un edificio nuevo con un gran parrilla donde quien manda sobre el hierro y el fuego es Loli, experta en estas lides al igual que cuando toca cocinar un buen pote o una fabada asturiana, platos que no faltan en este local. Unas 50 personas pueden disfrutar en su comedor, rodeado de plantas y de flores en todas sus ventanas, de una carta donde, además de una buena parrillada a base de costillas, chorizo criollo y lomo y/o pollo al que no le falta cebolla confitada, también se puede elegir una buena menestra, una sopa de marisco o un sabroso cocido con langostinos y bacalao, además de entrecot, chuletón, merluza o mejillones en salsa, entre otras elaboraciones.

No se queda atrás su menú diario, en donde, por un módico precio, Loli cocina con mimo y por citar sólo algunos platos, unas lentejas con su choricín y su patatina; pote, pollo al horno, codillo, filetes empanados o rollo de carne, según el día. En cuanto a los postres caseros cabe destacar la tarta hecha con nata y bizcocho, la tarta de avellana y galleta (siguiendo la receta de la tía Elvira), la crema de fresas o de limón, y el arroz con leche sin olvidar un buen café de pota que, si hace un buen día, apetece tomar en su soleada terraza.

Casa Vicente, que además cuenta con pensión en su piso superior, está cerca de todo y al mismo tiempo a resguardo de los avances de la modernidad en un rincón de Tineo que merece la pena conocer por su autenticidad, cualidad fácil de apreciar si se conoce a Loli, quien lo regenta desde hace 22 años.