Aún estoy a tiempo, antes de que el verano toque a retreta, de comentar un producto que acaba de caer en mis manos y que, aunque se salga de los parámetros establecidos, no puedo permitirme el no comentarlo con ustedes. Lolea es el proyecto personal de unos amigos que quieren compartir lo que les gusta, una buena sangría de calidad, con ingredientes naturales y de corta producción que hasta ahora era muy difícil de encontrar en el mercado. La sangría es una bebida tradicional y popular de muchos pueblos de España. Forma parte de la historia y del turismo español, sobre todo, en el verano, porque es un trago refrescante sinónimo de playa, sol y chiringuito. De sangría, en cada casa tienen su receta, y en Lolea, tienen la suya, de elaboración artesana con una combinación de vino y fruta con un toque frizzante, en una proporción que solo ellos saben.

En una sangría casera es fundamental el reposo durante el enfriamiento necesario previo al consumo, para la extracción de sabores y aromas y su integración, por lo que una sangría embotellada, cuando todos los componentes son de calidad y están en las justas proporciones, puede ser mejor que otra preparada delante de nosotros. Y así son las sangrías de Lolea, naturales, ricas y digestivas, pensadas a partir de vinos de las mejores uvas mediterráneas: cabernet sauvignon y merlot para la tinta, y moscatel para la blanca, con zumo natural de cítricos de Levante, el punch especiado de la canela y la vainilla, todo acompañado con la caricia de un carbónico envolvente y sexy.

Sin pasteurizar, sin conservantes, fresca y viva. Cualquiera de ellas (tinta o blanca), con la botella descansando unas horas en la nevera, servidas en copa o vaso de cristal fino, con unas rodajas de limón y naranja y unos cubitos de hielo de agua cristalina representa una brisa fresca en el mundo de los refrescos con vino. Hagan la prueba, mi preferida es la tinta y si no les gusta, al menos pueden aprovechar su atrevido recipiente.