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Antroxos Gran Reserva

La histórica cofradía del Santo Entierro de Avilés prepara el artilugio con el que descenderá mañana la calle de Galiana

"Tenemos que ir a pasar el agua", admite Teo Siñeriz, el testamenteru de la Sardina y coportavoz de la histórica cofradía del Santo Entierro de Avilés: treinta años a toda máquina. "Hasta ahora...", explica Chus Rodríguez, el otro portavoz. "Ahora vamos más suaves: pedimos café", bromea. Hace décadas que los cofrades salen a la calle con la virtud cardinal de la gracia. Los doce (más o menos) miembros de la cofradía posan para LA NUEVA ESPAÑA en la nave de Festejos, en la ría avilesina, los boxes en los que se preparan los 21 artilugios que surcarán mañana por la tarde las olas de espuma y agua helada que llenarán las calles del casco histórico en el Descenso de Galiana hasta ahogar todas las penas posibles. En esta ocasión, los cofrades se ven afectados por el paso del tiempo, que es materia que tienen de sobra a sus espaldas. "Pero no somos profesionales, no nos va ese rollo", se significa Teo Siñeriz, que lleva años documentando la fiesta grande de Avilés.

"Al principio de los tiempos éramos 'La Faragaya'. Luego nos llamamos 'La Pecera' y ahora, la Cofradía", apunta Siñeriz. "Los primeros años bajábamos en artilugios con temática marinera", comenta "Chupito", veterano del lugar, bebedor de chupitos. "Por eso me pusieron el nombre", aclara. Él fue el protagonista de otra de las anécdotas de la fiesta. "Terminamos de hacer el artilugio en el pabellón de La Magdalena. Tiramos para Galiana y empezamos a buscar a 'Chupito'. No estaba. Pensamos que se había pirado para no empujar la cosa. No lo encontramos porque le habíamos pillado e iba dentro de la carroza", cuentan sus compañeros. "Me curaron pronto", aclara. "No me pasó nada, eh", apostilla el aludido. Historias de treinta años de fiesta tienen a paladas. De un tiempo a esta parte, además, han empezado con el contrato de relevo: las ausencias empiezan a ser cubiertas."Tamos mayaos, pero de fiesta", subraya Teo Siñeriz todo orgulloso.

El Antroxu d'Avilés vive esta noche la coronación de los reyes del Goxu. Ahora se les elige democráticamente. Esta forma de elección no gusta demasiado: la tradición dicta que los reyes de un año designen a los reyes del siguiente. Tampoco gusta cuando en su día se cambiaron las bases del Descenso para evitar los coches de desguace: descendieron los integrantes. Ha habido años de dos centenares de naves.

Los equipos ultiman sus carrozas en la nave de la ría. El objetivo es ganar el premio. "Antes sólo era bajar, sin competición", aclara José María Herrero, Herrerín, otro elemento histórico de la fiesta más grande de todas. Los cofrades del Santo Entierro son fieles a las esencias. Son los encargados de cerrar las fiestas, pero también de anunciarlas. Son antroxos Gran Reserva y en esta calidad deberían ser reconocidos: no se pierden nada. Ni el Descenso, ni el concurso de murgas, ni las noches por los bares, aunque últimamente son más de la hora del vermú.

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