"Haremos cine, aunque sea con un alambre"

- Le quedan noventa minutos de vida, ¿qué hace?

-Lo que no haces es lo que tenías pensado. Eres actor y sales a escena y le dices a los espectadores que suspendes, que estás dispuesto a que te denuncien, que todo te da igual. En esos 90 minutos que te faltan de vida te planteas cosas. De eso va la obra.

- ¿Qué tenía "Tiempo" para que regresar a las tablas?

-Es una obra redonda. Quim Masferrer la escribió maravillosamente bien. Y, además, me dirige Ramón Fontseré, que sabe que es el responsable de "Els Joglars". Me había dicho que fuera a la cúpula, donde trabaja la compañía. Fantástico. Para mí es la obra en la que he podido hacer cosas que no sabía que podía hacer. Estar con Fontseré ha sido como aprobar un curso intensivo de interpretación. Con él hemos logrado poner en pie un proyecto inigualable.

- En "Tiempo" se dirige directamente a los espectadores.

-Lo bueno de la obra es que los espectadores no saben con certeza si es que me dirijo a ellos o a un ente de ficción. Cuando llegan al teatro no saben qué es lo que van a ver. Lo que sucede en la función es una carrera contra el tiempo.

- Contra el tiempo me parece la serie "¿Qué fue de Jorge Sanz?"

-La serie no detiene el tiempo. David Trueba es cada vez más fino dirigiendo. ¿Ha visto el último capítulo?

- Aún no.

-Merece la pena. Cada vez que trabajo con él me hago mejor actor: acaba haciéndome bueno.

- Y, además, trabaja con un actor como Eduardo Antuña.

-Efectivamente, trabajamos juntos. Antuña es un genio bueno y muy querido y es fantástico que esté en el "spin off" de "¿Qué fue de Jorge Sanz?"

- No frecuenta mucho las tablas.

-No se crea. He hecho varias funciones con la que he procurado llegar a todos los sitios.

- La última vez que le vimos fue con "Pequeños crímenes conyugales".

-Es probable. No le puedo decir.

- Han cambiado mucho las cosas desde que empezó en esto de ser actor.

-Mucho: recuerde que cuando yo empecé no se hacían ni teleseries, ni comedias de situación ni muchas cosas habituales. Hay que ir adaptándose al tiempo en el que estás viviendo.

- Las ganas de aprender no se apagan.

-No se pueden apagar.No puedes dejar de aprender en este oficio, aunque lleves cuarenta años en él.

- De las suyas, ¿qué películas prefiere?

-Todas las de Fernando Trueba: de "El año de las luces" a "La reina de España", pasando, claro está, por "Belle époque".

- ¿Ve un declive en el mundo del cine?

-Hubo una vez en que el gremio del cine en España era muy grande, tanto como para aportar dinero a las arcas públicas. Éramos los únicos que detentábamos una representación internacional positiva. Cuando sales fuera te das cuenta de que la clase política es objeto de carcajada.

- ¿Está seguro?

-El gremio de los cineastas no ha muerto, seguiremos haciendo cine, aunque sea con una linterna y un alambre.

- Usted empezó siendo Schwarzenegger.

-No es cierto: empecé antes que él. Pertenezco a una generación de actores y directores que vio un gremio de cineastas muy potente. Fui el niño de Manuel Aleixandre, de Fernán-Gómez, de Carlitos Larrañaga. De Larrañaga fui empleado, hijo y nieto; de Resines, hermano pequeño, mediano...

- ¿Qué tiene entre manos?

-La gira de "Tiempo", ¿qué más quiere?

- Nada, sólo preguntaba.

-La gira nos lleva su tiempo. ¿Sabe? Con Fontseré he descubierto que puedo hacer cosas que ni siquiera había imaginado poder realizar.

- Pues es fantástico.

-Por eso cuando llego a una nueva plaza invito a mis amigos, a mi familia, quiero que me vean. "Tiempo" es un plato que cocinas con cariño para servir a los que más quieres.

- Le veo encantado.

-Porque lo estoy. Por la obra y también por la serie. Tienes que ver el último capítulo. Lo que disfruto es enseñando lo que hago a los que más quiero.

- Como a los espectadores.

-Claro.