La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La guía secreta de Asturias

Ferreira, la aldea deseada

El pueblo de Santa Eulalia de Oscos es una joya etnográfica cuyas casas de piedra y pizarra se asoman a un paisaje abrumador

Ferreira, la aldea deseada

Nunca la primavera será tan bella como cuando, en un día soleado, se llega por primera vez al pueblo de Ferreira, en Santa Eulalia de Oscos, asomado en lo alto a un paisaje inmenso, infinito, bellísimo, compartido a lo lejos en una invisible frontera natural con el concejo de San Martín. Pueblo y entorno son, en sí mismo, un pequeño paraíso dentro del paraíso natural de Asturias. Es una de tantas joyas etnográficas que esperan al viajero que decide perderse por estas caleyas donde manda la piedra y la pizarra, en muchas ocasiones aún teñida de naranja y rojo por el mineral de hierro tan presente en la zona y que, junto al agua y el hombre, es gran protagonista de la historia de esta comarca.

Los amantes de lugares pausados, auténticos, donde el tiempo sólo se detiene en el olvido de alguna casa donde ya no crecerá la parra, tienen en Ferreira su aldea deseada. Se encuentra a unos cuatro kilómetros de Santalla y se accede a ella por carreteras comarcales que van anunciando, tras los cristales del coche, su belleza. Se accede a este pueblo a pie por el camino que pasa bajo un hórreo, tras dejar el coche a la entrada. Luego, dentro, las casas apiñadas comparten espacio unidas en ocasiones por emparrados que, llegado el calor, convertirán su sombra en un lujo impagable. Junto a la capilla dedicada a la Virgen del Carmen, según informan sus vecinos, varias sendas invitan a perderse entre las edificaciones de este lugar, desde donde se puede ver la playa fluvial que riega el Agüeira y el área recreativa, un lugar que en verano reúne a las familias que disfrutan de un atractivo servicio de canoas por el río.

Visto desde el pueblo, el paisaje es aún más inmenso, se mire donde se mire, sin buscar nada, sólo disfrutando de algo tan sencillo como redescubrir Asturias por enésima vez: tan infinita, tan grande, tan guapa, con esos verdes intensos; esa loma florida, ese bosque que lo habita y ese río que brilla manso allá al fondo, en su discurrir hacia el Navia, susurrando su viaje de agua. Está claro que una vez sólo no basta. Volveréis a Ferreira.

Compartir el artículo

stats