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Un camino entre pucheros

El mejor paisaje para comer

Enrique Rodríguez es la cuarta generación al frente del bar-tienda Casa Enrique, en Pilotuerto (Tineo), un local que mantiene su esencia

Marta González Rey y Enrique Rodríguez Díaz, en el paseo de las Aves, frente a su local en Pilotuerto. ANA PAZ PAREDES

Hay lugares en Asturias que siempre nos asombran por el modo de presentarse ante nuestra mirada. De hecho, hay tantos que nunca se puede decir que a esta tierra se la conoce entera porque se intensifica su belleza dependiendo de la época del año. Eso sucede en el caso que nos ocupa, que en ocasiones, y por el lugar donde se ubica, a una orilla de la carretera, nos pasa desapercibido por no tener tiempo para detenernos. Se trata del embalse de Pilotuerto, en Tineo, lugar de observación de aves y donde Asturias se refleja tantos días y tan distinta en las aguas del río Narcea, que allí se amansa.

En este escenario abre cada día sus puertas el bar-tienda y estanco Casa Enrique, un local señero en la zona y que regenta Enrique Rodríguez Díaz, cuarta generación de una saga de hosteleros al frente de un local que abrió en el siglo XIX su abuelo Manuel Rodríguez, quien de minero pasó a llevar un colmado que con los años se acabaría convirtiendo en todo un referente en el concejo. "Yo nací aquí. Después fue mi abuelo, luego mi padre y ahora soy yo quien lleva el negocio. Ahora estoy tras la barra, pero a mí siempre me gustó cocinar y de hecho sigo haciéndolo cuando puedo. Mi especialidad es la carne asada, que la hago como me enseñaron en casa y a la gente le sorprende. Eso sí, sólo la preparo por encargo para un número mínimo de personas", matiza.

Marta González Rey, su mujer, es la responsable del otro 50 por ciento del éxito de este local, en el que cocina una tortilla que tiene fama, sin olvidar sus croquetas, los callos en temporada, la oreja, las manos de cerdo o el cachopo de ternera, por citar apenas algo de lo que prepara. Ella dice que cuanto sabe lo aprendió con su marido, "él es el que cocinó siempre y quien me enseñó cuanto sé", asegura.

Y es que da gusto entrar en este barín de pescadores, donde se sigue vendiendo de todo, hasta cañas, plomos y aparejos, y observar la fidelidad en la decoración al espíritu del bisabuelo en un espacio pequeñito donde cuanto se vende y las fotografías de pesca y de la familia le dotan de una autenticidad poco común.

No hay menú, pero sí mucho que probar, como es el caso de los diferentes embutidos y carnes que ofrecen. "Aquí, el chorizo frito, la panceta y el jamón frito tienen mucha fama", dice Enrique. En este bar-tienda hay una carta amplísima, además de preparar por encargo lo que se les pida. Entre otras cosas que se pueden comer y junto a la tortilla de patata está otra que va rellena. También se ofrece la tabla especial de embutidos variados Casa Enrique o el plato de la abuela en múltiples versiones: patatas fritas y huevos fritos con chorizo, o lomo, o picadillo, o panceta o filete, sin olvidar sus varios platos combinados o algunos de sus famosos bocadillos y pinchos de chorizo, jamón, pechuga de pollo, filete, tortilla francesa o tortilla de chorizo. Entre los postres, el requesón con miel y nueces, tarta de queso o queso y dulce.

Cuenta con una terraza amplia y maravillosa donde comer es un lujo mirando toda esa Asturias reflejada en el embalse. El fin de semana es necesario reservar en el 985801153. En primavera y verano cierra el lunes por descanso, y el domingo en otoño e invierno. Tiene aparcamiento frente al local. Cuidadín al cruzar la carretera.

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