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Un camino entre pucheros

Tiempo de caza y potajes

Las cebollas rellenas de jabalí y el cabrito no tienen secretos - para Emi González, al frente de La Posada de Granda, en Parres

Emi González Riquelme a la entrada de su establecimiento, en La Granda de Margolles. ANA PAZ PAREDES

Potajes, pucheros, calor de hogar, aromas a cocina casera y chimeneas encendidas es el paisaje que en estas fechas se busca en los locales donde la cocina tradicional asturiana concita a sus seguidores. Sin duda, parece que un buen pote asturiano o una fabada saben mejor cuando fuera, tras las ventanas, el frío y la lluvia nos recuerdan que entraremos pronto en el invierno. Platos para comer en familia o con amigos que quedan en la memoria cuando satisfacen nuestras expectativas.

De esa comida sabrosa de siempre, con fundamento y hecha con cariño, sabe mucho Emi González Riquelme, que ya desde muy joven supo que lo suyo era la hostelería. Así recuerda que "cuando terminé el Bachiller ya les dije a mis padres que yo quería dedicarme a esto. Me preparé en Gijón y con 20 años puse un barín con una amiga. Años después quedé yo al frente. Siempre he contado con la ayuda de mi madre, María Emilia, que ha sido mi mejor maestra".

La buena marcha de su negocio y el oficio de Emi la llevaron a abrir un nuevo local, en este caso el que regenta desde hace once años y que se llama La Posada de Granda, un precioso edificio de paredes burdeos que se asoma a la carretera de La Granda de Margolles, en Parres. "Aquí se da de comer a todo el mundo. A veces bajan los cazadores a las seis de la tarde y no les falta el platu sobre la mesa. Llevo veinte años como hostelera y tengo que reconocer que me gusta mucho el trato con la gente", afirma.

En La Posada de Granda hay un menú de lunes a viernes a 10 euros con tres primeros y tres segundos a elegir, que van cambiando. Entre los platos que se sirven están, por ejemplo, sopa de hígado, fabes roxes con arroz, pollo a la jardinera, escalopines en salda de cabrales, sopa de marisco o carne asada. Llegado el fin de semana, el menú, por ser más especial, es a 15 euros y en la misma proporción. Dependiendo del día se pueden comer fabes con jabalí, salpicón de marisco, pitu caleya, cabrito guisado, arroz con pitu, fabada, etcétera.

Tiene igualmente un menú fijo, el "menú asturiano", a 20 euros, donde se elige entre fabada con su compango o pote con su compango y cabritín guisado o escalopines al cabrales y tarta de queso o tarta de galleta y chocolate, más bebidas, pan y café. Entre las especialidades de su carta tienen fama sus cebollas rellenas de jabalí, tortinos variados, revuelto de boletus con gambas, escalopines de venado con setas de temporada, sus cuatro tipos de cachopo, entre los que destaca el relleno con jamón, queso, pimientos y boletus, el bacalao al horno con pochada de cebolla y pimientos, y, entre los postres, alguna tarta casera o los fritos de leche con chocolate de la bisabuela María.

Por semana no da cenas, excepto de viernes a domingo en verano. No cierra nunca. En fin de semana conviene reservar en el 620651119. Tiene aparcamiento.

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