Guillermo Turina y Eva del Campo consiguen trasladar a quienes les escuchan durante sus recitales musicales a los años más barrocos de todos. Eso es lo que pretenden hacer el domingo (13.00 horas) en la cúpula del Niemeyer, un concierto de piezas de los siglos XVII y XVIII, de los compositores que hicieron hueco al gran edificio del clasicismo: "A Haydn, Mozart o Beethoven". El que habla es Turina, que es concertista de chelo, un músico que lo es "desde los tres años", confiesa. "Mi madre me recuerda con las ideas claras: queriendo el chelo", dice. Y a él ha dedicado su trabajo profesional. "De vez en cuando ofrezco alguna conferencia, pero me dedico a tocar", apunta. Junto a Del Campo, "un programa de autores quizás no demasiado conocidos", pero capaces de conseguir recrear la historia a base de ondas musicales. "En Venecia, en la época de Vivaldi había muchos compositores que eran buenos, pero estaba Vivaldi y todo se lo quedó él", reconoce el músico madrileño, que también es autor de la biografía de los hermanos Duport, dos virtuosos dieciochescos del chelo. "Es como si dentro de unos siglos dijéramos que en España sólo hizo Almodóvar durante esta época. No diríamos la verdad. Aunque sea el más conocido, hay otros, tan buenos como él", explica el músico.

"El barroco en España se recupera en los 90 con Jordi Savall, con conciertos con instrumentos originales, pero en el Reino Unido, desde los años sesenta, sobre todo, en la música coral". Turina y Del Campo se mueven por este camino. El chelo de Turina es original; el clave es nuevo. Siempre causa expectación: es un piano raro; sin él no hubiera habido música moderna", reconoce Turina.

No es un concierto pedagógico, pero, dice: "No podemos negar que este tipo de música probablemente la desconozca el público mayoritario".