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Cinque Terre: descubrir sus típicos pueblos en lancha

Sofía Loren reina en los escaparates de souvenirs de Nápoles, en postales y objetos en los que luce en todo su esplendor, y los cuernos rojos de la suerte se venden a puñados como regalo, la única manera de obtenerlos que permite disfrutar de sus benéficos efectos.

Desde la ciudad es fácil llegar a Pompeya, visitar Capri -la isla de recreo de los emperadores romanos-, acercarse hasta Positano o escaparse a vagabundear por la costa amalfitana.

Al caer la tarde el barco se despide de la bella Nápoles. Desde el mar, tras la visita, es fácil reconocer algunos edificios a medida que la panorámica se abre y se disfruta mejor la vista del Vesubio, con su ladera plagada de pueblecitos y la cima oculta por las nubes.

Otra noche en el mar y el barco amanece en el puerto de Civitavecchia, desde donde no se tarda mucho en llegar a Roma, la ciudad eterna ahora de moda entre las jóvenes parejas japonesas, que se retratan en traje de novios ante los monumentos más populares para su álbum de bodas. Un día no da ni para empezar a conocer la capital del Lacio, pero si se ha visitado antes puede bastar para refrescar los recuerdos, pasearse entre los romanos, actualizar las fotos en sus escenarios imprescindibles -el Coliseo, la Fontana de Trevi, plaza España, plaza Navona...- o entrar en un par tiendas y comer algo de pasta o una buena ensalada. Y poco más.

De allí hacia el Mar de Liguria, en otra noche de travesía. Desde el puerto de Livorno se puede emprender el camino hacia Florencia y Pisa, adentrarse en la Toscana interior o descubrir su alternativa marinera, las Cinque Terre. Monterosso al Mare, Vernazza, Corniglia, Manarola y Riomaggiore conforman el parque natural de Cinque Terre, al norte del país. Portovenere, en la provincia de La Spezia, es la puerta de entrada y también forma parte de ese espacio protegido. Al llegar al Golfo de los Poetas siempre hay alguien que cuenta la historia de Lord Byron y del matrimonio Shelley, que vivieron allí algún tiempo. Percy Bysshe Shelley, el marido de la escritora que creó a Frankestein, murió ahogado cuando navegaba en un velero por la bahía de La Spezia. Ese mar, donde los antiguos situaban el nacimiento de Venus, está ahora lleno de criaderos de mejillones, una de las especialidades gastronómicas de la zona, junto a una gran variedad de pescados y mariscos y, sobre todas las cosas, el sabroso pesto, a rebosar de albahaca fresca.

Una de las muchas maneras de conocer las Cinque Terre es en lancha, por seguir con el itinerario marítimo, navegando a lo largo de la costa y descubriendo los pintorescos pueblos que se descuelgan entre los acantilados y la vegetación, de difícil acceso y comunicados por una línea de ferrocarril que constituye un alarde de ingeniería. Entre fachadas luminosas, barcos amarrados, sombrillas de colores e iglesias a pie de playa trasiegan los turistas, que en temporada alta invaden esas pequeñas comunidades costeras hasta tal punto que las autoridades han empezado a plantearse a restringir su acceso.

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