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La alegría de la huerta

La cosecha de tomate se estira hasta octubre

El fruto crece aún gracias al buen tiempo otoñal

Tomates en Cangas del Narcea. DEMELSA ÁLVAREZ

Tomates de temporada en octubre. Tal cual. Es el regalo de la huerta asturiana este año. No hay mal que por bien no venga: si a principios de verano el mal tiempo estropeó las plantaciones (muchos agricultores tuvieron que volver a hacer semilleros y plantar de nuevo), el hecho de que el sol y las temperaturas agradables hayan predominado desde agosto hasta estas primeras semanas del otoño facilita que los frutos estivales de la huerta sigan aún en crecimiento. Prueba de ello es que los mercados semanales con productos excedentes de las huertas tienen sus mostradores con tomates y, según los productores, durante todo octubre a buen seguro que se pueda adquirir todavía de temporada.

Eso sí: no son muy abundantes en una cosecha que este 2018 ha sido en general más bien escasa. Con todo, hay que tener cuidado, pues el tomate requiere mucho sol y calor, y las últimas piezas pueden haber recibido menos de lo necesario y no haber madurado debidamente.

Si se arrancan antes de madurar de la planta para evitar que pudran, se correrá el riesgo de que no se pongan del todo rojos y blandos para poder comerlos. Si se dejan en la huerta, el peligro llega con las bajas temperaturas de la noche y las heladas, que pueden dañar las piezas. Si alguna presenta ligeras manchas negras en la parte superior más vale olvidarse de ella, pues en pocos días se echará a peder.

Con todo, bien vale arriesgar y buscar tomate asturiano mientras esté a la venta en los mercados, a un precio que puede ir desde los tres euros el kilo en adelante. Tiempo habrá de tener que adquirir -los que opten por mantenerlo en el menú los próximos meses de invierno- los frutos que llegan de afuera, algunos desde cientos de kilómetros, sin apenas sabor, con maduración artificial y previamente congelados. La tendencia cada vez mayor a instalar pequeños invernaderos en las huertas de casa facilita que las tomateras crezcan y produzcan sin riesgo de dañarse a causa de las nieblas o, a estas alturas del calendario, de ser fulminadas por una repentina helada. Es otoño y todo puede pasar.

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