Esa idea de que los hoteles son lugares impersonales, desprovistos de alma propia ya no cuadra con las nuevas tendencias decorativas que hablan de calidez, detalles de todo tipo y, sobre todo, el empleo de fibras y materiales naturales.
Así que ese tipo de personas que se niegan a ir a un hotel en el que no estén al menos, tan cómodos como en casa, están de enhorabuena. Muchas veces la realidad supera las expectativas.
Un buen ejemplo es el hotel Corinthia de Londres, en Whitehall, que ahora busca un comprador para la suite ubicada en el último piso, con cuatro habitaciones, ubicada dentro de las residencias privadas del establecimiento.
Las ventajas de vivir en el hotel incluyen servicio de habitación las 24 horas, acceso a las mismas instalaciones que los huéspedes del hotel, incluido el uso del spa y la lavandería, así como un equipo de conserjería y camareros listos para ofrecer un cóctel o un aperitivo.
El apartamento tiene su propio ascensor. Cuenta con una gran sala de estar con muebles hechos a medida, un dormitorio principal con vestidor, un estudio, un lavadero y un ascensor de servicio para que el personal pueda ir y venir sin molestar. Otra de las ventajas de ese apartamento es que cuenta con su propio estacionamiento en el aparcamiento subterráneo del hotel.
El futuro propietario comprará también un trozo de historia del Reino Unido. El edificio fue anteriormente propiedad del Gobierno. Albergó el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentos del Reino Unido y fue el lugar donde Winston Churchill declaró el racionamiento durante la Segunda Guerra Mundial.
Un pequeño problema es el precio, que se acerca a los doce millones de euros, más otros 50.000 anuales para todos los gastos de servicio.
A cambio, los privilegiados residentes podrán disfrutar de los sofás Chester tapizados en cuero blanco, con almohadones de terciopelo y alfombras mullidas, de esas en las que el pie parece hundirse varios centímetros. El menaje, de loza y plata inglesa, también va incluido en el pack.
