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Gastronomía

Antes y ahora, dulce Navidad

Los postres antiguos, como el escaldao, regresan, mientras los de fuera, como el panettone y el estonian kringle, se hacen hueco junto al turrón de siempre

Antes y ahora, dulce Navidad

Dulce y Navidad van de la mano. Pero, como en todo, hay preferencias, modas y tendencias. En Asturias, como en el resto de España, el turrón y los polvorones son los amos de la mesa, sin olvidar los mazapanes ni el roscón de Reyes. Pero en los últimos tiempos entran en los hogares dulces típicos de otros países como el panettone, de Italia, o las galletas de jengibre de los países escandinavos y también Estados Unidos y Gran Bretaña (en este último con permiso del Christmas pudding). Son novedades que llegan a la vez que se recuperan dulces navideños tradicionales, como es el caso del escaldao o escaldáu de Grado, que en muchas casas de la zona vuelve a prepararse en estas fechas.

"Lo comí toda la vida, siempre recuerdo a mi madre haciéndolo y yo siempre lo hago, en mi casa no puede faltar, tengo que hacerlo sí o sí", comenta la aficionada a la cocina Belén García, quien hoy mismo enseña a hacerlo en Grado (Casa de Cultura, 19 horas). Todo lo que se necesita para hacer el típico dulce navideño es una boroña escaldada, es decir, con mezcla de harina de maíz y centeno amasada con agua hirviendo, aunque en muchas zonas también se emplea el pan de escanda. El resto de ingredientes, manteca, azúcar y miel.

El escaldáu es una explosión mantecosa en el paladar, ideal para los amantes de los bocados más dulces. "A la gente le llama mucho la atención ya por el nombre, pero también porque tiene una apariencia mala", dice García. "Lo hizo ya gente de todo el mundo al ver mi blog y a todos les encanta, me escribió un chico de Argentina que lo había hecho poniendo también dulce de leche". El escaldáu también se servía antaño como sustituto del turrón. Tras la cocción se queda duro y, según explica, en la parroquia de San Juan de Villapañada lo echaban en unos moldes que, al secar, cortaban como tabletas de turrón.

Pero la moda, aprieta, y la globalización se impone. Belén García también prepara las últimas novedades del mercado como el estonian kringle, una especie de coleta dulce con canela y nueces de origen escandinavo. "Yo la asturianizo y le meto el relleno de las bollinas", detalla. Y la llegada de estos postres de más allá de la frontera se nota en los supermercados, pero menos en las pastelerías.

"Yo creo que nunca nos pidió nadie un panettone, aquí la gente pide lo de toda la vida, los turrones y mazapanes, aunque también gustan mucho las tartas especiales, el típico tronco de chocolate o el soufflé. Son de los que más se venden en Navidad", comenta Carolina Fernández , confitera de Grado. Además, detalla que los mayores optan por el turrón rajalmendra, su favorito, mientras que los más jóvenes quieren chocolate.

Por eso, aunque mantienen los tradicionales dulces, los han innovado. "Queremos seguir con la tradición, con lo de toda la vida, pero es cierto que también gustan mucho turrones nuevos con Nutella, Kinder o Kit-Kat, sobre todo es lo que más gusta a los niños", sostiene.

Lo que nunca le han pedido tampoco en la confitería es el escaldáu. Y es que el postre, muy típico de la zona de Salcéu, es parte de la tradición familiar y de elaboración casera. Tardes de frío, cocina de leña y amasado para pasar con la familia las fiestas. Al estilo tradicional o como lo hacen fuera. La cuestión es celebrar.

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