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Germán R. Blanco | Viticultor

"Entender de vino es saber el que te gusta; hay que probar"

"España bebe poco vino y en las series de televisión americanas ahora salen con una copa en la mano siempre; para ellos es cool, y aquí no lo queremos"

Germán R. Blanco, con una copa de vino tinto. IRMA COLLÍN

Germán R. Blanco (Gijón, 1977) se pasa la mitad del año de viaje para visitar a sus clientes, promocionar y vender su vino en 16 países. La otra mitad está por las bodegas y viñedos que tiene y en los que trabaja en la Ribera del Duero (La Aguilera, Burgos), Rioja (Calahorra) y Bierzo (San Esteban de Toral y Albares). Y si se resta un poco de tiempo de lo primero y de lo segundo, eso que resulta es el que pasa en Gijón con su familia. "Me dicen que vivo en todos lados salvo en mi casa", explica este enólogo y viticultor asturiano. La pasión por lo que hace y su entusiasmo son contagiosos. "Hago el vino que quiero, no podría hacer otro si no disfrutara. Es que no me saldría", reflexiona.

- Doce años hace que abrió "Quinta Milú", su primera bodega. ¿Se hace uno rico haciendo vino?

-¡No! Qué va... Se conoce a mucha gente, se viaja mucho, se come muy bien, pero para nada. Si quieres ser rico debes dedicarte a otra cosa. Esto al final es agricultura, somos artesanos, bodega pequeña. Es verdad que a día de hoy vendemos toda nuestra producción, nos va bien, pero nos ha costado mucho. Y hay cosechas, como la de 2017, en las que hay que tirar de ahorros porque perdimos el 92%.

- Desde fuera se ve como un negocio en el que se mueve dinero.

-Hay que diferenciar el viticultor artesano como yo y la gran bodega que cotiza en bolsa. Son mundos opuestos. Nosotros somos una firma familiar, pequeña... Y queremos serlo. Es todo muy personal. Cada botella la he hecho yo de verdad.

- ¿Qué hace un asturiano de Gijón, gran amante de la sidra además, metido a viticultor en Burgos, León y La Rioja?

-Me gusta mucho la sidra, sí. Pues ha sido el destino. Estudié Enología en Madrid y no tengo muy claro por qué. Fui a una cata una vez y acabé en ello. En mi familia gusta el arte y yo creo que puede ir por ahí. Creo que yo moldeo la uva, como el pintor pinta un cuadro. Al acabar de estudiar empezó una pequeña revolución en toda Europa de pequeños productores, gente joven con ilusión que no tenían medios para hacerse con una bodega. Las supergrandes marcas empezaron a alquilar esquinas de sus instalaciones. Y Quinta Milú (el mote de mi hijo mayor) nació en una esquinita alquilada en la Ribera con un compañero de promoción.

- Apuesta por lo ecológico, los métodos tradicionales...

-Sí, siempre digo que es el vino que beberán y dejaré (espero) a mis hijos. El año pasado vino un colegio de visita a la bodega y pudieron comer las uvas directamente, limpias. Filosofía de vida.

- ¿Qué se puede aportar nuevo a denominaciones tan consolidadas como Ribera o Rioja?

-Sangre nueva. Nosotros somos opuestos a lo clásico, a lo marcado. En Londres me dijeron una vez: "Esto no es un vino de Ribera del Duero, por eso te lo compro". Era de allí, sí, pero no parecía, porque los ribera son como sopas de roble, muy extraídos. Éste hombre quería hacerlos frescos, elegantes, fluidos en la boca. Quinta Milú es el proyecto de un único pueblo, con exclusividad geográfica. Innovamos mucho y cambiamos. No todo el mundo lo entendió. Trazamos un camino nuevo. Y en Rioja, pues igual: tenemos un vino que es mezcla entre tinto y rosado, fresco, ligero de color... Fácil de beber. Hacemos crianza y nos cayeron bastantes palos por no usar madera. Yo siempre digo que quiero hacer vino que sepa a fruta, no a madera: soy un viticultor, no un carpintero.

- El Bierzo coge fama.

-Soy medio berciano. Tengo dos proyectos, uno mío y otro al que asesoro, de asturianos. El primero es un homenaje a mi bisabuela, en el Bierzo Alto, en apoyo a la viticultura ancestral. Me hace mucha ilusión: es recuperar el vino auténtico del Bierzo, que no evolucionó. Tenemos además la acidez, que no la hay el Bierzo Bajo..

- ¿Para pedir un vino a veces parece que hay que ser todo un especialista en añadas, uvas, denominaciones, formas de producción...? Agotador.

-Hay mucha tontería, pero va cambiando. Durante muchos años parecía que había que ser ingeniero aeronáutico, pero eso es mentira. Entender de vino es saber el que te gusta. Atrevernos y preguntar para conocer. Y decir sin miedo lo que quieres gastar. Lo primero que digo a la gente es que se quede con la marca, saber qué bebe. Y perder el miedo a beber, a probar vinos. En España se bebe poco vino.

- ¿En serio?

-Por supuesto, apenas se prueba y tenemos demonizado al alcohol. En las series americanas ahora salen siempre con una copa de vino en la mano, es cool hacerlo, nos hacen una promoción impagable. Aquí no.

- Hay gente a la que no le gusta.

-Hay millones, yo siempre voy a buscar uno que te guste. Imposible

- ¿En el supermercado se puede encontrar un buen vino?

-No. En España el vino es bueno en general y hay marcas decentes en todos los supermercados, pero debes ir a la tienda especializada que tiene marcas buenas de primer precio y asesoran. No te van a sablear, es otro miedo a eliminar.

- Alguien que quiera comer y cenar a diario con vino, ¿cuánto ha de gastar en una botella mínimamente aceptable?

-Hay cientos de vinos entre 5 y 8 euros extraordinarios.

- ¿Rehenes de Parker, Peñín, Michelin..?

-Yo no, pero muchas bodegas sí. Yo me rebelo; no mando muestras a ninguna de ellas. Voy por libre. Y el bebedor de vino, tampoco se ocupa mucho ahora.

- ¿Cómo ve los vinos de la Tierra de Cangas?

-En el mejor momento de su historia, pero deben seguir empujando. Lo peor que les pasa es que no hay gente joven en las bodegas o viajando, empujando... Yo no veo a nadie detrás.

- Cuatro vinos que recomiende para este año.

-La Bicicleta Voladora 2017, tinto Rioja; Milú 2018, tinto Ribera del Duero; Remedios, rosado de Gredos; y un blanco, Biba 2017, de El Bierzo.

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