Entre los grandes retos cada vez que empieza un nuevo año figura uno fijo: cuidar la línea y perder esos kilos de más acumulados el año anterior y durante las fiestas navideñas. Frutas y verduras toman protagonismo a la mesa.
En las huertas es momento de pensar en los semilleros de lo que se plantará en la aún lejana primavera y llevar a la tierra las hortalizas más fuertes y capaces de resistir a las heladas y lluvias asturianas. Así se abren hueco las llamadas verduras de hojas verdes: las coliflores, el brócoli, los repollos y las coles de Bruselas. Todas están de temporada y pueden bien cultivarse sin grandes cuidados en esta época. Si no, en los mostradores de las fruterías se encuentran buenas piezas cuya elección debe tener siempre una condición básica: un intenso color verde, sinónimo de frescura, y hojas duras y lozanas. En el caso de las pequeñas coles, un detalle: el corte del tallo no debe estar muy seco y oscuro, pues sería sinónimo de que llevan tiempo arrancadas de la planta. El kale (que muchos comparan con la berza) también es otra verdura de invierno y muy adecuada, por ejemplo, para sopas o guarnición.
En cuanto a fruta, éste es el mes de los cítricos. Naranjas, mandarinas y pomelos están ahora en su mejor punto, aunque sí que es cierto que se pueden encontrar todo el año en el mercado. Peras, el novedoso kaki y, por supuesto, el kiwi no deben faltar en el frutero de casa tampoco. Y las fresas, además, empiezan a llegar.
Del kiwi, aunque también presente de enero a diciembre gracias a la importación (Italia, Nueva Zelanda) es ahora posible disfrutar la variedad cultivada en Asturias. Se empezó a recoger a finales de noviembre y diciembre. Se conserva duro si se aleja del calor y se aparta de la luz. Cuando se quieran madurar unas cuantas piezas no hace falta más que mezclarlos con manzanas. En un par de días como mucho el fruto estará en su punto para comer.
