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La vida entre flores

La primavera que se acerca trae grandes centros llamativos, llenos de color y volumen

Rosas, peonías, mimosas, claveles, ramas de helecho, margaritas... la primavera se acerca y con ella una explosión floral que en esta ocasión, más que nunca, inunda la casa de color y de alegría. Nada hay más elegante que un centro armónico, lo que no quiere decir simétrico, en el que se entremezclan diferentes variedades vegetales que aportan personalidad a cualquier ambiente y rincón de la casa.

Si la mesa de centro es grande, una opción muy decorativa es combinar dos minibouquet en vez de colocar uno grande. Los floreros son de Cachemir y en cristal transparente, no compiten con el color de las flores; al contrario, las hace destacar.

En realidad, es posible tener una especie de pequeño jardín en casa combinando plantas con flor con otras de distintos verdes, algo que aporta movimiento y profundidad al conjunto. El uso de las flores no queda restringido a ninguna zona de la casa. Pueden ponerse por todas partes. En las entradas aportan un toque de optimismo y en salones y dormitorios dejan una impronta de elegancia.

Una de las reglas básicas para que ramos y centros luzcan al máximo es cuidar que siempre se encuentren en perfecto estado. No hay nada peor que unas flores de apariencia descuidada. En ese caso, es mejor prescindir de ellas y esperar a que llegue una nueva remesa de materia prima fresca.

La mimosa es un árbol perenne que puede llegar a medir hasta 12 metros, con origen en Australia y Tasmania, destaca por la larga duración de las flores, esos característicos botones amarillos que van genial con un toque verde.

Fue el explorador James Cook quien en el siglo XIX las llevó a Francia desde Australia. De hecho la capital internacional de la mimosa se encuentra en la ciudad francesa de Mandelieu-La Naupole, donde cada mes de febrero se celebra una feria en su honor.

Las peonías son más delicadas, pero con cuidados adecuados en el corte del tallo también pueden prolongar el buen aspecto. La leyenda más extendida es la que dice que el nombre proviene de Paeon, médico de los dioses, que recibió la flor en el monte Olimpo por parte de la madre de Apolo.

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