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Escapadas

El pixín, a bocados en la ría del Nalón

Es feo pero sabe a gloria y en Muros saben sacarle partido

La playa de El Garruncho que pintó Sorolla. M. RIERA

Es feo como un rayo -por utilizar una expresión popular-, pero sabe a gloria. Y en los meses de abril y mayo está en su esplendor y llena los mostradores de las pescaderías asturianas. Por su carne sabrosa y consistente consigue que a muchos se les haga la boca a agua. Es quizás por eso por lo que no es un gran esfuerzo rascarse algo el bolsillo para comerlo de vez en cuando. Porque el pixín (o rape) no es de los más baratos de la rula, pero tampoco está entre los peces más asequibles.

Sus incondicionales están de suerte esta Semana Santa en Asturias, porque en Muros de Nalón han vuelto a organizar las jornadas dedicadas al pixin (hasta el domingo), entre las más veteranas de la región y en las que participan cinco restaurantes del concejo, repartidos entre la capital, Muros, y San Esteban de Pravia. Para los que no quieran sentarse a la mesa y prefieran el picoteo, tan de moda y tan extendido, también hay opción a base de pinchos en un par de bares.

El festival del pixín de Muros bebe de la tradición pesquera de la zona, que ha ido a menos pero no por ello se olvida. No hay rula en San Esteban, pero sí en las villas marineras cercanas, como Cudillero, con fama de buen género. Precisamente la bonita y popular villa pixueta es una buena opción para hacer una escapada si se recala en Muros a comer (el menús es a 35 euros, con entrada, plato principal, postres, pan y vino). Pero no hace falta irse del concejo para aprovechar bien la jornada, pues hay mucho que ver y hacer. Sin ir más lejos, en San Esteban está instalado un mercadillo de artesanía y alimentación. Desde aquí se puede dar un agradable paseo -el tiempo dicen que acompañará en la recta final de Semana Santa- hasta el espigón y disfrutar de las vistas a la desembocadura del Nalón.

Si hay fuerzas se puede subir por las escaleras hasta la ermita del Espíritu Santo, impresionante mirador al Cantábrico, y seguir ruta hasta la playa de Aguilar. Sin irse de San Esteban la sugerencia pasa por sumergirse en el pasado industrial del puerto: una lección de historia al pie de las grúas y cargaderos de carbón.

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