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Asturias, más guapa que nunca

El Principado se viste de gala para recibir a cuantos disfrutan con su paisaje, sus pueblos y sus gentes

Asturias, más guapa que nunca

La buena climatología y las ganas de volver a la naturaleza hacen que descubramos con más asombro y con más ganas esa Asturias que tanto estábamos esperando volver a pisar. Más que nunca hoy es un lujo dejar atrás la ciudad e internarse por caminos y carreteras que nos llevan a lugares con historia, algunos de ellos bien señalizados en mapas de rutas turísticas, mientras que otros, en sí mismos, siguen aún siendo un descubrimiento para una parte de los propios asturianos. Nunca, como ahora, resultó tan curativo sentir el sol en la piel; escuchar los ríos camino del mar; relajarse paseando a la sombra silenciosa del bosque o pisar la arena de una playa como si fuera la primera vez. Para ello ahí van diez destinos diferentes en distintos lugares de la región que, a buen seguro, muchos repetirán.

Así, los que buscan pueblos con historia y además en un paisaje generoso, tienen en A Paicega, en el concejo de Pesoz, un lugar para ambas cosas. Construido para los trabajadores que levantaron el embalse de Grandas de Salime, entre 1948 y 1954, y que llegó a albergar cerca de 3.000 personas, hoy está prácticamente en ruinas quedando en pie la iglesia, sin acceso, y algunas paredes. El lugar tiene unas vistas magníficas del río Navia. Para llegar se puede ir desde el pueblo de Sanzo, caminando por una pista de tierra.

Para pueblos singulares y guapos, entre los muchos que hay en Asturias, citar por ejemplo Ferreira, una joya etnográfica de Santa Eulalia / Santalla de Oscos), cuyas casas de piedra y pizarra se levantan en medio de un pasaje abrumador. Está a 4 kilómetros de la capital del concejo. No se puede entrar con coche al pueblo. Al mismo se accede por un camino que pasa bajo un hórreo. Junto a la capilla dedicada a la Virgen del Carmen, varias sendas invitan a perderse por las edificaciones de este lugar donde, además, llegado el buen tiempo, es un gustazo darse un baño en la playa fluvial que riega el Agüeira, donde también hay servicio de canoas y área recreativa.

Y los que gustan de subir a las brañas, una buena invitación es hacerlo a la de Lendepeña, que pertenece a la parroquia de Arcallana (Valdés), en tierra de vaqueiros. Toda esta zona es impresionante y tiene unas vistas espectaculares con tiempo despejado. Se puede ir bien desde Arcallana o bien por la carreterina estrecha, aunque con buen asfalto, la AS-222, que sale de San Martín de Luiña y en cuyo indicador abajo figura a Brañaseca. Llama la atención la capilla de San Juan de Lendepeña, mandada construir por el indiano y vaqueiro Nicolás Gayo en 1924.

Alguerdo es una de tantas joyas etnográficas del concejo de Ibias. Junto con Omente, Villardecencias y Bustelo, todos en la misma línea. A él se llega por una carreterina estrecha, antaño pista, que hay que tomar con cuidado porque en algún tramo no pasan dos coches a la vez. Además de hacerse buen vino lo que allí sorprende son, además del paisaje, todos los tramos emparrados del pueblo que dan sombra a caminos y pasajes. De la importancia de este pueblo, donde la piedra, las vides y la pizarra brillan de forma singular, dan fe algunas de sus casas señoriales, sin olvidar sus hórreos y paneras.

Los amantes de los árboles con historia no pueden dejar pasar sentarse a la sombra del carbayo de Valentín, que se encuentra en la parroquia de Gera (Tineo). Se levanta desde hace más de 500 años en el prado de San Pedro, junto a la capilla del mismo nombre. Es un árbol precioso, impresionante y el lugar donde crece no deja de ser menos guapo. Se llega por la AS-217 que va de Tineo a Pola de Allande y a 10 kilómetros está Gera, desde donde sale el desvío a Valentín.

Y para embarcaderos de postal el del pueblo de El Castillo, en Soto del Barco. La bajamar convierte el tradicional pantalán, donde sus desvencijadas maderas siguen resistiendo los embates del tiempo y de las mareas con admirable tenacidad, en un paraíso para los amantes de la fotografía. También tiene mucho que ver el pueblo en sí, lugar de paso obligado para los peregrinos que realizan el Camino de Santiago por la costa. Se levanta allí el castillo de San Martín, de propiedad privada.

Y si hay alguna construcción tradicional que llame la atención a los que gustan de rutear por bosques y ríos, esos son l os molinos harineros. De la gran mayoría que había, una parte desapareció y otros se encuentran en mal estado. Sin embargo, aún quedan en pie algunos restaurados e incluso que mantiene su actividad como es el caso del Molín de la Teyera, en el pueblo de Huexes (Parres), muy cerca de Arriondas, toda una joya etnográfica viva gracias a su dueño, Antonio Soto, quien hace poco cumplió 95 años. Este hombre, enamorado de su profesión y de su molino, lo mantiene vivo y activo. Se trata de un molino de maquila y cuenta con una historia de casi 400 años. Ningún grano se le resiste a Antonio y muele ya sea maíz, escanda, trigo o centeno. Persona amable y cercana, gusta de mostrar su trabajo y su molino a quien por allí se acerca.

Se puede acceder tanto por una desviación a Huexes y Fíos desde Arriondas, como desde la N-634 donde a la altura de Soto de Dueñas hay que coger la carretera que va a Fíos, Castiello y Prunales.

Los buscadores de "bancos" con buenas vistas tienen en Taja, pueblo guapo de Teverga, a 1.000 metros de altitud, uno que posee una de las mejores de Asturias. La carretera que lleva hasta allí es la que se interna por el valle de Valdesantibáñez. La carretera, en tramos sinuosa y en ascenso, muestra también la huella minera de este concejo a través del castillete del pozo San Jerónimo, cuya explotación cerró en 1992. Desde ese banco en Taja se pueden admirar, entre otros picos, la sierra del Aramo, la Peña Sobia, Las Ubiñas y La Mesa.

No podemos llegar casi al final sin citar, al menos, una cascada. De su belleza y de su fácil acceso bien pueden presumir en Salas, concejo al que pertenece la cascada del río Nonaya. La ruta ya está marcada desde la plaza de La Campa y comparte un tramo con el Camino Primitivo a Santiago. Seis kilómetros ida y vuelta donde es una gozada disfrutar de los tramos con sombra, sobre todo con calor, y donde se descubren, además de esta preciosa cascada, el viejo cargadero de una mina de caolín o los curiosos puentes de piedra sobre el río, como el de Borra.

Entre tantas playas bellas en Asturias citamos aquí, tanto por su entorno natural, como por contar en su zona superior con los restos de una ermita románica (cerrada al paso de público para protegerla del deterioro que sufre), en Llanes. Se trata de la playa de San Martín que está junto a la de Portiellu y a las que se accede a través de un agradable paseo en el tramo entre Celorio y Poo. Caminando desde Celorio se tarda no más de un cuarto de hora en descubrir este precioso lugar. En marea baja se puede disfrutar de un estupendo paseo entre ambas playas.

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