Temperaturas de agosto en un mes de mayo y la mascarilla dando más sofoco. Asturias superó ayer los 32 grados, situándose muy cerca del récord histórico de calor en este mes, que fue en 1992. Las playas, los parques y las terrazas, aun en plena desescalada del virus, se llenaron. Fue como "un 15 de agosto" adelantado. En Salinas, por ejemplo, no hubo apenas aparcamiento. Tras una semana de bochorno, ayer Tineo alcanzó la máxima de 32,4 grados. Le siguieron, muy de cerca, Mieres (32,1), Salas (31,8), Amieva (31,4) y Oviedo y Cabrales (31,1). Un horno natural, que continuará hoy y cuya sensación se multiplica llevando mascarilla o pantalla facial para protegerse del covid-19.
Achicharrados y asfixiados pasaron precisamente la mañana los vendedores y clientes del mercado de Pravia. Las medidas de higiene y seguridad sanitaria llevaron, sobre todo a los tenderos, a ingeniar abanicos con el cartón de las cajas y a tomarse pequeños "recreos" sin las protecciones lejos de los puestos. "Es muy engorroso y agobiante, sobre todo cuando me pongo la careta porque multiplica el calor y me hacen daño a los ojos; vamos a quedar todos ciegos", señaló el frutero Gerardo Alonso. Sin embargo, para el vendedor de quesos y productos chacineros Rubén Toro la pantalla es lo que más fresco le permite trabajar. "Por lo menos si sopla el aire entra algo y presta", dijo. El frutero Gonzalo Secades recortó una caja e improvisó un abanico para refrescarse él y su madre, María del Carmen Toro. "Habrá que sufrir y tirar con todo porque es lo que nos mandan", manifestó ella. "Pero esto es un coñazo y se pasa mal", agregó su hijo. Para María Isabel Calvo, productora de verduras y hortalizas, lo más importante es vender. "Hay que adaptarse porque llevamos mucho en casa y, de momento, hay poca gente y poca venta, así que no nos queda otra", comentó.
Mucho mejor llevaron ayer el sofoco los bañistas. En la playa de Arnao, en Castropol, los usuarios combatieron los 23 grados que marcaban los termómetros con más de un chapuzón en el Cantábrico. Eso sí, el agua todavía "está fría", como confesaron Alejandra Muras y Manuel Pérez. En el arenal hubo gente, pero, según contaron, se podían respetar las distancias de seguridad. Más numerosa fue la asistencia a las playas de Salinas, en Castrillón, o de San Lorenzo, en Gijón. "Esto está como un 15 de agosto", aseguraron en Salinas. La alcaldesa de Castrillón emitió un bando esta semana para que en aquellas condiciones en que no se pueda guardar la distancia de seguridad sea "obligatorio el uso de mascarilla" en las playas del concejo. Ayer, el Club Náutico abrió su piscina con aforo reducido. Los socios tenían "muchas ganas", tras el confinamiento, de darse un baño. En el Sablón, en Bayas (Castrillón), los usuarios calificaron de "vergonzoso" la cantidad de basura que se encontraron por la arena. "Mira que tuvieron tiempo...", lamentaron.
A falta de playa y con los termómetros rozando los 30 grados, algunos jóvenes de Cangas de Onís aprovecharon el día para zambullirse en las aguas del río Sella, sobremanera en los aledaños del famoso puente romano y dando inicio a la temporada de baños. No coincidieron, además, con la pesca del salmón, ya que los jueves es de descanso para la práctica de este deporte. En Gijón, las altas temperaturas llevaron a muchos paseantes a descamisarse en sus paseos y a otros muchos a ir poblando los principales arenales de la ciudad para recoger los rayos de sol. Las terrazas, como tónica general desde su reapertura, volvieron a llenarse en la sesión vermú y la vespertina. Hoy continuará el calor, aunque con algunas nubes y las máximas descenderán en el litoral occidental. Se prevé que en Cangas del Narcea lleguen a 30 grados.
