Si la vida campestre ya es en sí un auténtico lujo, disfrutar de ella en una finca totalmente integrada en el paisaje representa todo un privilegio. Lugares como el hotel Newt, en el Condado de Somerset, en el Suroeste de Inglaterra, tierra de sidra y queso Cheddar, también de termas romanas y praderas infinitas, son una auténtica fuente de inspiración para recrear en la propia casa un pedacito de paz rural inglesa con una estética ad hoc.
El edificio principal es una vetusta construcción de estilo edificio georgiano entre praderas perfectamente recortadas, tierras de cultivo y viejos establos y graneros reconvertidos en alojamientos repletos de encanto.
La casona de piedra caliza en ese tono naranja quemado, tan british, ha sido residencia de la familia Hobhouse durante más de dos siglos. Los interiores han sido remozados al estilo contemporáneo con piezas de diseño confortables y escogidas, que sustituyen a las adustas maderas y pesados cortinajes del pasado. Tras un paseo por el campo los huéspedes pueden disfrutar de un spa con aroma a jardín, tiendas y restaurantes en los que disfrutar especialidades como el pastel de carne. La mayor parte de los alimentos frescos y los artículos de despensa están producidos aquí en la misma finca o en las granjas vecinas. También pueden comprarse in situ o en la tienda online. Las antiguas cuadras de los caballos albergan estancias en las que los comederos de heno se amalgaman con camas king size y estufas de leña.
En los espacios predomina el blanco y tonos que transmiten serenidad, como los vainilla y verdes agua serenamente blancos Stable de los lofts en los que no falta un buen sofá tapizado en terciopelo.
Los jardines, sencillos y con algún que otro rododendro, invitan a la meditación y a pensar que con la elegancia de la sencillez siempre se acierta.
