La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cine & Series

Locura de amor

Si unes el puntazo de partida dos obras maestras como Corredor sin retorno (Sam Fuller, 1963) con Lilith (Robert Rossen, 1964) y le das una mano de barniz cómico-romántico tendrás Loco por ella, demostración alentadora de que hay en Dani de la Orden madera suficiente para salirse de la corriente habitual del cine español cuando se pone a juntar risas y lágrimas sin tomar riesgos. Tiene el realizador buen ojo para la composición visual estilizada y nada pegajosa (o sea, sin recurrir a las antiguallas de la modernez prefabricada) y dirige muy bien a los actores: Álvaro Cervantes y Susana Abaitua resultan veraces en papeles que corren el riesgo de embadurnarse de pastel y plastilina, y el plantel de secundarios no desentona nunca. Incluso Luis Zahera, tan dado al histrionismo, está convincente en la vertiente cómica y en la dramática, con emotivas escenas con su hija pequeña que le pone tiritas en la frente para que se cure de su enfermedad mental.

Loco por ella empieza con el chico-conoce-chica clásico. Ari y Carla. Ella lo tiene claro: solo una noche, nada de mañana siguiente para no estropearlo. Claro, él (ligón de barra, periodista de clic facilón en una revista digital que da asco) ha encontrado la horma de su zapato y se enamora. “Me gustas. Me acojonas”. Ella va como una moto (literalmente) y lo arrolla. Entonces (volvemos a las referencias iniciales de Fuller y Rossen, si no las has visto y te gusta el buen cine te aconsejo que lo hagas), nuestro atribulado Romeo averigua que su esquiva Julieta, que le ha dado con la rueda en las narices, está ingresada en un centro de salud mental. Adri soborna a un médico para que le ayude a ingresar en el lugar (“tengo principios, y se venden por mil euros”) y entra en el universo de Carla: mujeres con síndrome de Tourette, hombres obsesionados con el jabón, pacientes que coleccionan conspiraciones... Ella sufre trastorno bipolar. Hoy es una mujer, mañana es otra. ¿Y pasado?

Álvaro Cervantes y Susana Abaitua.

No es Loco por ella una apuesta original, pero lo que persigue, lo consigue. Primero, porque la química entre Cervantes y Abaitua (ya la habíamos descubierto en Patria) hace creíbles los momentos más peligrosos y mantienen un duelo de atracción-rechazo tenso e intenso. Segundo, porque De la Orden no descuida a los personajes secundarios y les regala escenas tan conseguidas como una declaración de amor entre tics y ojos como platos, el reencuentro de Zahera con su cría o los mensajes políticamente incorrectísimos del director de la revista (impagable Alberto San Juán). Hay una escapada en la que Adri va descubriendo el tumultuoso pasado sexual de su amada, que concluye con un inesperado error de identidades; se evita cuidadosamente la temible escena de sexo desatado y no hay concesiones al humor chusco o el gag de saldo. Y el final, lejos de la luminosidad que suele escoltar a las comedias románticas, enclaustra un último plano inquietante de regreso (¿fugaz?) a la oscuridad enrejada.

Compartir el artículo

stats