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Donde asoma el barco de piedra

Adelanto de un capítulo del nuevo libro "Asturadictos" de la periodista de LA NUEVA ESPAÑA Ana Paz Paredes

Roca conocida por el nombre de “óleo furao”, en la playa de Portizuelo. | Ana P. Paredes

“¿Por qué ir solo a la búsqueda de una cascada cuando también se puede descubrir un molino junto al río o un arenal donde mar y viento esculpieron en piedra la bandera de un barco pirata? Asturias es un viaje que no cesa”. Así describe la periodista de LA NUEVA ESPAÑA Ana Paz Paredes su nuevo libro: “Asturadictos. Guía para enamorarse de Asturias” (Delallama Editorial), maquetado y diseñado por Cordelia Pickford, quien también aporta nueve acuarelas sobre fotos de la autora. En total, 54 destinos por Asturias, unos conocidos y otros menos, narrados con querencia e información sobre qué ver y hacer en su entorno, además de referencias a 104 restaurantes en el medio rural porque, como ella dice, “no se puede pasar fame en la caleya”. Este es un resumen de uno de sus capítulos.

Portada del libro “Asturadictos. Guía para enamorarse de Asturias”, de la periodista de LNE Ana Paz Paredes.

Portada del libro “Asturadictos. Guía para enamorarse de Asturias”, de la periodista de LNE Ana Paz Paredes.

Playa de Portizuelo | Vi.lar (Villar) / Barcia (Valdés)

La primera vez que se descubre la roca bautizada como “óleo furao”, llamada así por la gran cantidad de artistas que la inmortalizan, en mitad del oleaje en la playa de Portizuelo, en Valdés, la imaginación se dispara con la misma velocidad con la que se siente la necesidad de enfocarla con la cámara fotográfica.

Para unos, esa roca enorme que sobresale frente a la costa es la aleta de un gran dragón marino que dormita en el fondo marino; para otros, los restos de una de las torres del castillo de Neptuno. Para mí, y como tengo libertad de elección, es la vela rota, deshilachada y pétrea de un barco pirata encallado para siempre frente a la costa asturiana y cuyo imaginado pecio solo conocen quienes en sus aguas bucean.

Portizuelo no es una playa al uso, tipo arenal inmenso. Abundan la piedra y los cantos rodados, y también un poco de arena. Un buen pedreru a recorrer en marea baja para buscar las mil y unas miradas diferentes a esta escultura natural por la que tantos se acercan hasta aquí. Hay dos formas de llegar. Bien desde Vil.lar (Villar), por una pista con bastante desnivel que baja hasta la cetárea, o también desde Barcia, con menos desnivel y por otra pista que finaliza en el prau sobre la playa. Es una playa alargada y pedregosa. Hay que caminar entre los grandes regodones o bolos para acceder a la zona del arenal.

Por esta playa solía pasear el premio Nobel de Medicina Severo Ochoa. Como sucede con una parte de las playas y calas asturianas, con la marea alta queda prácticamente cubierta.

No te vayas sin...

Por los miradores de Cabo Busto

Una de las rutas que más se disfrutan es la del Cabo Busto, en Valdés, circular y de siete kilómetros. Se inicia en las antiguas escuelas de Bustu. El recorrido lleva a una zona de acantilado con unas vistas espectaculares. Allí hay varios miradores. Tras un descenso entre pinares se descubre la playa de Bozo. Luego se sigue hacia el área recreativa Monte del Cabo, junto al faro. A partir de aquí la senda transcurre junto a la costa. En días de mucho viento o anuncio de temporal se desaconseja hacerla para evitar peligros innecesarios.

Los golosos o llambiones tienen una visita indispensable a la pastelería que regenta Jonathan González en Bustu. Se van a sorprender, tanto por el lugar como por sus “joyas” de pasteles.

Faro de Bustu (Busto).

Paseo por Brieves y Cadavéu (Cadavedo)

Muchos son los pueblos de los que Valdés puede presumir, pero, como en este libro no caben todos, citar cuando menos Cadavéu, en la costa, asomado al mar con sus casas, muchas indianas; con caseríos, paneras, hórreos, zonas ajardinadas y caleyas que invitan a perderse por ellas y llegar, por ejemplo, a uno de sus lugares más emblemáticos: la Punta del Cuernu, donde se levanta la ermita de la Virgen de la Regalina, en la atalaya, un lugar impresionante. Desde allí se ve, además, la playa local, La Ribeirona.

Otro pueblo guapo y singular es Brieves, que cuenta con un importante número de hórreos y paneras de interés. El pueblo tiene una avenida central con cinco arcos de piedra, bajo los cuales se pasa caminando, que comunican estos con las casas. No faltan en este pueblo un hermoso molino junto al río y dos capillas, entre otros edificios.

Un rincón de Brieves.

Lugares donde comer rico

Hotel restaurante Canero (Caneiru)

Rosario López es el alma del hotel restaurante Canero, en el pueblo del mismo nombre. Amante de las tradiciones y de la cultura vaqueira, ofrece una cocina tradicional, querenciosa y hecha con la sabiduría. Otro incentivo más es que su local se asoma a la hermosa playa de Cueva, a la que se acceder por un sendero cercano.

Tiene menú y carta. No faltan el pote, la fabada, la sopa de marisco, el guiso marinero, el bacalao a la sidra, la carne guisada, los cachopos, las costillas picantonas, el pitu caleya, el cordero, el revuelto de cecina y gambas, la merluza del pinchu a la plancha o una parrillada de marisco (esta, por encargo), por citar apenas algunos platos.

Parrochas y guiso marinero.

Mesón La Granda (Cadavéu)

El mesón La Granda es un clásico en Cadavéu (Cadavedo). Su terraza es un lugar muy deseado para comer llegado el buen tiempo, mientras que el comedor interior es más pequeño. Cuentan con menú, que varía entre semana y fin de semana, y carta.

Entre lo que allí se sirve está, por ejemplo, la fabada, el pote asturiano, el arroz caldoso con marisco, la paella de bogavante, la ensalada de gulas y gambas, les fabes con rabo de toro o bien con centollo, el cachopo tradicional, el salmón al cava, la merluza en salsa de oricios, el cordero al horno y las almejas a la marinera.

Fabes con carne, y merluza.

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