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Mujer con crimen al fondo

Hace ahora casi exactamente diez años, Kate Winslet iluminó la programación de HBO con su interpretación de la antiheroína titular de Mildred Pierce. Ahora vuelve a prestigiar la marca dando vida a otro personaje rico, imperfecto, generoso y cortante, maternal a la vez que sexual: una mujer de tres y seis dimensiones.

El dramatis personae es extenso, y no estamos hablando de simples peones que hagan avanzar la trama criminal, sino de personajes todos ellos con fortalezas, debilidades, virtudes, pecados y, sobre todo, secretos, muchos secretos. Como hemos aprendido de muchos otros dramas sobre chicas desaparecidas o muertas desde los primeros días de Twin Peaks, en las comunidades más cerradas todo el mundo se conoce y, a la vez, nadie sabe nada realmente del otro.

Más que a la creación de Lynch y Frost, Mare of Easttown recuerda, sobre todo, a Happy Valley, aquella gran serie británica con Sarah Lancashire como una sargento de policía cuya vida familiar y profesional se confunden inextricable e intrincadamente. Imitando, al parecer a la perfección, el difícil acento del condado de Delaware, Kate Winslet compone un personaje igual de memorable, cercano, creíble y emotivo, de mirada solo en apariencia distante y apagada.

Puede que hayamos visto este paisaje dramático y argumental en muchas ocasiones, pero el guionista Brad Ingelsby sabe convertirlo en casi nuevo a base de trabajar los personajes y el sentido de lugar. La dirección de Craig Zobel es más invisible que en su reveladora “Compliance”: es como si no quisiera distraer en exceso del festival interpretativo. Aquí la pregunta esencial no es “¿quién lo hizo?” Sería más bien esta: ¿cómo saldrá viva nuestra protagonista de las circunstancias en que la encontramos? U esta otra: ¿se puede realmente vivir con esperanza y confianza después de la pérdida más abrumadora?

Estamos ante un “thriller” que puede acabar sus episodios con música de Lubomyr Melnyk o Grouper, es decir, con la más sublime de las tristezas.

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