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La merienda cena de toda la vida ahora se llama drunch

Asturias se apunta a la última moda gastronómica que ha surgido en pandemia: un aperitivo vespertino para alternar y comer adaptado a la restricción horaria

La merienda cena de toda la vida ahora se llama “drunch”

Levi Levente y Víctor Naves, ante un "drunch", en Oviedo. Elena Vélez

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Levi Levente y Víctor Naves, ante un "drunch", en Oviedo. Mariola Riera

Quién no se acuerda, cuando era pequeño, de esas excursiones en domingo o días de fiesta en las que a la hora de volver a casa ya bien entrada la tarde la madre animaba en la merienda, más bien tardía, a comer todo lo que uno quisiera, sin cortarse, para así al llegar a casa ahorrarse todo el tinglado de la cena. Eso era y es la merienda cena, un hábito de siempre y perfecto para prolongadas tardes de playa, sesiones vespertinas dominicales de lectura y sofá, salidas en familia o con amigos con regreso al anochecer...

Pues esa tradicional merienda cena de toda la vida se llama ahora drunch y es algo que se ha puesto de moda –es “cool”, como se dice en estos tiempos– debido, en parte, a los nuevos horarios hosteleros impuestos por las restricciones sanitarias de la pandemia, que ha modificado, como no podía ser de otra forma, los hábitos sociales y el ocio.

El término drunch fusiona las palabras en inglés dinner (cena) y lunch (comida), y viene a definir pues eso: una cena temprana, más bien en horarios de merienda tardía, pero algo más abundante que esta, aunque menos sustanciosa y formal que la citada cena. Los horarios habituales, entre las 18 y 21 horas.

Platos de drunch: tosta de ceviche de barbada; burrito de paella con chili, salsa de yogur y ajo; y coulant de chocolate con helado. Luisma Murias

“Es una especie de aperitivo de tarde, una merienda cena, más informal que una cena, siempre maridada con alcohol, aunque bueno, hay libertad para elegir lo que se quiera”, explican los hosteleros ovetenses Víctor Naves y Sergio Torres, quienes han introducido desde hace varios meses el drunch en su gastrobar Goya 13 y están impresionados, y por supuesto contentos, con su éxito.

Ambos son un buen ejemplo de eso de hacer de la necesidad virtud. En septiembre y octubre del año pasado llegaron las restricciones del covid, que pusieron al límite a la hostelería regional. Torres y Naves se buscaron la vida. Aparte de comida a domicilio, pensaron en algo alternativo a las cenas, “porque se daban las justas y la gente no se animaba mucho, aparte los límites no lo permitieron. Queríamos dar algo de alegría, ambiente a las tardes en el local...”.

Sergio Torres, echando una cerveza, en su local de Oviedo. Goya 13

Y entonces llegó el drunch, algo que aseguran haber pensado sin saber que tenía un nombre y que en lugares como Madrid es un auténtico bombazo en los locales de más ambiente y moda de la capital. “En nuestro caso fue todo una evolución pensando qué haríamos para animar el gastrobar. Hablamos de dar meriendas, pero no tenemos una carta dulce especializada. Estaba claro que algo salado, empezamos con qué platos iban mejor y acabamos diseñando el menú de la tarde”, explican los ovetenses, que cuentan en la cocina con los hermanos rumanos Levi y Gabriel Levente.

Totopos. Goya 13

Su drunch se sirve viernes y sábados, de 19 a 21 horas, previo encargo, y es un menú cerrado con cuatro servicios más un postre a un precio de 25 euros por persona. El ritmo para comer lo marcan los clientes, a los que se facilita ese ocio vespertino que hasta antes de la pandemia comenzaba algo más tarde y se prolongaba varias horas con la cena, con la que uno llegaba sentado ala mesa a la medianoche a poco que se despistara.

Tabla de quesos asturianos Goya 13

“El drunch es el brunch que no te hace madrugar”, resalta Víctor Naves, quien introduce de paso otro concepto que se ha colado, este desde hace más tiempo, en el ideario gastronómico actual. Porque es el brunch (fusión de breakfast y lunch en inglés) un desayuno tardío y contundente ideal para las jornadas posteriores a una noche de fiesta en las que no se madruga y uno se levanta tarde, poco antes de la hora de comer con hambre. Pues el brunch le cubrirá el desayuno para el que ya se ha pasado la hora y la comida, para la que todavía queda. Aunque si uno se queda pegado a la almohada más de la cuenta, siempre podrá enlazar ya con el drunch vespertino, que se suele empezar a servir a las seis.

Tortos asturianos de maíz. Goya 13

¿Y qué platos van mejor? Hay libertad y va por gustos. Son más bien tapas, raciones, no un plato de menú, pues el drunch es algo informal, para tomar mientras se bebe una cerveza, un vino o incluso una copa como un gintonic, y se conversa y se disfruta de una sesión de música. Suelen ser bocados individuales, además de fáciles y prácticos de comer: tostas, ceviches, sandwiches, burritos, hamburguesas, quesos, embutidos, tortos...

La merienda cena está de vuelta, si es que alguna vez se ha ido. Es el drunch, al que Asturias ya se ha apuntado.

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